Circo España

El circo de la política actual española, a cuatro pistas, tiene como artista revelación, a Pablo-Proteo. Proteo es un ser mitológico griego que, por cambiar continuamente de forma, era difícil de atrapar. ¡Ved las transformaciones de este nuevo Proteo: amores iraníes, devoción bolivariana, pasión danesa, trostkismo de salón y sublimación de experroflauta! Antes denigrando a la “casta” y ahora deseoso de pactar con ella.

¿Por qué la gente aplaude? Porque estamos desde hace tiempo en la sociedad del espectáculo. Asegurado el pan (por mal que vaya la cosa), siempre nos quedará el circo.

Junto a Proteo, Errejón, Hermes sin alas, tiene la sonrisa cuajada de admiración hacia el líder, tic muy bolivariano también. Y la Bescansa, con el bebé, sonríe ante la perspectiva de llevarlo, ¿por qué no? al consejo de ministros.

Redoble de tambores en la pista, desde lo más alto desciende poco a poco, vestido de arcoiris el Ministro de la Plurinacionalidad.

Y en los arrabales, los titiriteros de Carmena, porque al circo le sienta bien el carnaval.

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Todo el circo es como un retablo de marionetas y detrás de las bambalinas moradas quien mueve los hilos es el director, Proteo-Iglesias. El presentador es otro. Ahora, vestido con el esmoquin que no se puso en la gala del cine: Pedro el Ambicioso, para quien “Moncloa bien vale Podemos”.

Durante un tiempo, la gente disfrutará del espectáculo. Pero luego se aburrirá. Porque siempre circo, cansa. Pero cuando abandonen el circo nadie le devolverá el dinero de las entradas.

¿Dónde está el arruinado empresario Rajoy? Mirando, a ver si se cae la carpa.