Cultura de masas y pensamiento propio

Con el cuento de la cercanía a la gente, se hace de todo para ser más popular. Personalmente me da lo mismo, como si quieren hacer el pino en las escaleras del Congreso.

Pero leyendo una obra de George Steiner, 86, judío, un intelectual de los que hay pocos, me encuentro con esta frase: “La vulgaridad chillona de la cultura de masas, la preeminencia de la charlatanería y los eslóganes sobre los rigores del pensamiento genuino, el hambre de los hombres de líderes y magos alejan sus mentes de la molestia de la libertad.”

No tengo más remedio que estar de acuerdo. El lenguaje de la libertad está por todas partes; pero no es nada corriente que se asocien libertad y rigor de pensamiento. A contrario, en nombre de la libertad mucha gente se despacha con lo puesto, ahorrándose la molestia de pensar.

El pensamiento parece que aburre, sobre todo porque pensar es continuación en el pensar. La cultura de internet nos está acostumbrando a lo inmediato, al picoteo, al trending topic, a que hoy no valga lo que valía ayer.

Sucede que, cuando no hay detrás un pensamiento genuino, el ejercicio de la libertad es mediocre; uno se cree que es libre y está siguiendo al personajillo de moda.

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Se ve, muy claro, en los mítines. Nunca he podido entender el entusiasmo de los que aplauden como locos cuando lo que oyen no tiene densidad alguna: viejos tópicos, repeticiones insoportables, eslóganes trillados. Por ejemplo: “Con nosotros, el cambio”. ¿Con quién no?

Sé que no hay mucho que hacer. La chillona cultura de masas impide oír la propia voz libre, que, sin embargo, sigue estando en cada persona.