Pensar mejor al votar

Hay que darle a la gente la posibilidad de que vote de nuevo, pero pidiéndole que esta vez lo estudie con más reflexión. Pero antes, los políticos –del primero a último- tendrían que jurar o prometer en público que no se llevarán un euro de más y que, si lo hacen, dimitirán enseguida, devolviendo lo robado, más los intereses. Gente que jure o prometa que se dedicarán de verdad al servicio del ahora desconcierto pueblo y no al aprovechamiento propio o del partido.

Y sobre esa nueva gente, votar.

Esa nueva gente tendría que hacer un discurso llano, sencillo, sincero, sin tópicos gastados ni populismos pensados para tontos. Que no se acepten cosas como la arrogancia chulesca de Iglesias ni la monotonía de Sánchez y de Rajoy.

Pero para todo esto el votante tendría que pensar más antes de meter el voto en la urna. No dejarse llevar por visceralidades ni por prejuicios. El corazón interviene, pero debería dominar la cabeza.

La duda es: ¿la sociedad española actual tiene esa capacidad? La incultura dominante, donde por un lado el tuit ha casi sustituido al libro y por otra hay una confusión mediática por los mensajes contradictorios de la televisión, ¿es capaz de esa regeneración?

Porque se habla de la regeneración política, pero esa ha de darse antes en quienes votan a los políticos. Cuando se dice que “tenemos los políticos que nos merecemos” hay que pensar bien dónde está la culpa.

Esto es un discurso impopular, pero el impopulismo es más valiente y contracorriente que el populismo. Al populismo se apunta cualquiera.

 
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