Acelerar el frenazo

Una mujer se pone una mascarilla FFP2.
Una mujer se pone una mascarilla FFP2.

Cada vez que se dice que hemos vencido a la pandemia y que nos podemos quitar las mascarillas, la realidad tozuda de la ¿quinta? ola  lleva a la marcha atrás, pero sin ningún reconocimiento de haberse equivocado, una vez más. Estábamos a punto de retornar a un turismo fluido y cada vez son más países los que recomiendan a sus ciudadanos que ni se les ocurra venir a pasar sus vacaciones aquí.

Los datos de empleo ocultan que es completamente temporal en su mayor parte y avecinan un otoño caliente, cuando los camareros, las kellys, los gasolineros y tanta gente que depende de los demás para vivir dignamente, se encuentren tan parados como antes, sin contar a los que tengan que salir de su ERTE cuando este caduque.

Vámonos de vacaciones en agosto, el que pueda, porque la cosa se está poniendo negra, pero negra negra de verdad. Y hay que coger fuerzas, el que pueda, ante lo que nos espera todavía por llegar. Vivimos del sueño de que llegarán los fondos europeos, si llegan. Dependemos como nunca de lo que se decida en Bruselas, por no hablar de la presunta independencia catalana, a cuenta de que el Estado haga fluir mansamente algunos dineros para reflotarla. Y el batacazo va a ser descomunal.

 
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