Mendigar

Pedro Sánchez y Albert Rivera.

Aunque todo parezca ir de maravilla, mendigar votos o abstenciones se ha convertido en la moda para lograr una investidura. La ola de calor ha puesto de relieve más el acaloramiento de la política que el de los sufridos ciudadanos, marchitos por el calor imperante y supervivientes agónicos a las entretelas de la cosa pública.

El no es no, el sí es: ya veremos, y lo más de lo más, es pedir como un mendigo que te hagan caso los que no tendrían por qué hacerlo, como el mendicante tampoco lo hizo cuando la situación estaba al revés y otros le pedían a él que se abstuviera, pero entonces se negó, tal vez porque le pareciera degradante conceder sin obtener algún beneficio a cambio.

Apóyame porque sí, porque soy yo el único que tiene razón y soluciones, aunque mis resultados electorales hayan sido tan deficientes; pero no estoy dispuesto a compartir o enmendar, porque tu no te mereces ni que tome en consideración esas propuestas que me presentas para darme tu voto. En cambio, si te mereces que te pida un cambio, no porque lo valgas, sino porque lo necesito. Tremenda contradicción.

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