Cosas intangibles

El rey Felipe durante el discurso de Nochebuena de 2020.
El rey Felipe durante el discurso de Nochebuena de 2020.

A cualquiera que le digan que un señor con barba gris, sentado en un sillón, ha conseguido una audiencia de 10,76 millones de españoles, al hablar durante 14 minutos el día de nochebuena, en directo, a las 9 de la noche, consiguiendo una cuota de pantalla del 71 por ciento, y  siendo retransmitido por 29 cadenas de televisión, podría decir: estos españoles están locos. Y lo que pasa es que ese señor es el Rey Felipe VI.

Mucha gente esperaba oír su discurso de Navidad, más que nunca, porque unos mindundis, que jamás alcanzarán cifras parecidas de atención, estaban ziriqueando sobre si ese señor tenía que hablar o no tenía que hablar de tal cosa o tal otra, que se les había ocurrido a ellos que era lo más importante.

Pero ya se ve que los espectadores no tenían demasiado interés en seguir la opinión de los mindundis, como se comprobará en las cifras que alcancen cuando se dirijan por televisión a ese público de lo más variopinto, para hablarles de sus proyectos y sus anhelos. La gente quería saber que es lo  que les iba a decir el Rey, y lo demás, psá, psá.

Es lo que se llama la gestión de los intangibles, de las cosas que no deben o pueden tocarse, como dice el diccionario. Las cosas tangibles se pueden tocar y manipular al gusto de cada cual, pero la Monarquía forma parte de lo permanente, a pesar de sus evidentes limitaciones en alguno de sus miembros. Está ahí para pedir orden, paz, una gestión común de las cosas que evite personalismos desatados, y/o proteja “unos principios morales y éticos que obligan a todos sin excepciones”. Y eso es lo que les gustaría a esos 10,76 millones de españoles que lo hicieran también los demás, sin tener que esperar a que se lo pida el Rey por Navidad.

 
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