Escuchar, ¿a quién?

Netflix.
Parece que el gran problema consiste ahora en captar la atención de los demás. Sobran los estímulos para que escuches a este o a este otro, pero ¿quién se va a poner a escuchar todo lo que hay? Resulta que a quien le seguían muchos como Netflix está perdiendo seguidores,  porque ofrece demasiados contenidos diversos, que la hacen inabarcable, y ha hecho fatigoso seguir a su rueda.

No digamos los políticos o la gente empeñada en que le compres una moto, cuando tú no tienes ninguna gana de hacerlo, por más que te insistan una y otra vez con una publicidad excesiva.

La pandemia ha traído muchas ganas de una mayor sobriedad, de no creer o comprar lo primero que se te venga a la cabeza, y mucho menos si te lo quieren meter allí a machamartillo, como obligando a que les hagas caso  ver si así, por lo menos, que se callen de una vez y te dejen en paz. Y con el riesgo de que continúen después ofreciendo algo parecido, porque 'si te gustó eso, seguro que te gustará también esto otro'.

Está cayendo la atención de los demás  pero también hacia los demás, y aumenta la pugna por que te tomes en serio, como  algo más o menos nuevo, lo que te ofrecen casi a gritos, sin tener en cuenta uno de los mayores defectos de las redes, que es que se te meten en casa sin pedirte permiso, en cuanto te descuidas.

Puedes echar de menos aquellas conversaciones plácidas en el bar con los amigos, a quienes sí prestabas atención y te interesaba lo que decían porque te trataban como a una persona y no como pasa con las redes que te tratan como un algoritmo, y encima quieren que les atiendas, les escuches y te lo creas. cuando no es propiamente una conversación de tú a  tú, sino una imposición para que hagas eso que te dicen.

 
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