Investidura gratis
Lo normal si te dan algo gratis es agradecerlo, pero con la investidura resulta que no sabes si te van a investir o a embestir. ‘Invísteme, pero no me embistas, por favor’; no porque te caiga bien o porque te vaya a ir mejor a ti, sino por favor. Si no me invistes va a venir la derechona que nos va a embestir a ti y a mi.
Pero nada de gratis; me tienes que investir por favor, pero tienes que firmar conmigo un papelito en el que te comprometas a no embestirme después, durante los próximos cuatro años. Así estamos en este momento. No me des nada gratis, que no lo quiero.
A casi nadie se le ocurriría rechazar ese regalo, salvo que fuera un regalo envenenado. Que el que te inviste lo hace para embestirte después, a placer, sin trabas ni complejos: te vas a enterar de lo que vas a pasar los próximos cuatro años, salvo que dimitas antes de que acabe la Legislatura, sin que yo tenga también que hacerlo.
Me quedaré arriba y tú abajo es lo que piensan tanto el investidor como el embestidor. Y todo gratis, por favor, fírmame el papelito. Y gracias al pueblo español, que nos ha elegido para eso.
