Reyes del mambo

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Donald Trump.

Lo que le pasa a Trump le puede pasar a cualquiera: te crees el rey del mambo y acabas sometido a la dictadura de los que también se lo creyeron. Le pasa también a Sánchez: un bichito y una nevada ponen todos tus sueños sobre la Legislatura patas arriba. La realidad no es como la sueñas, y mucho menos si tu empeño consiste en querer controlarla. De repente viene lo imprevisible y tus seguidores se pasan varios pueblos, con la convicción de que pueden invadir cualquier Capitolio porque te siguen a ti. O una pandemia y la borrasca Filomena hacen que todo se pare y tome cualquier otra dirección, excepto la que estaba prevista.

La realidad exige lo que ahora llaman ‘resiliencia’. Tienes que espabilar para entender que lo que pasa ya no es lo que tú te creías que iba a pasar, y debes saber cambiar la perspectiva de tus planes, antes de que sea demasiado tarde. Teniendo en cuenta que siempre llegamos tarde ante lo inesperado, cuando la cosa ya atufa y tu sólo te has acreditado, como dice uno que conoce bien lo que está pasando: ‘en tener más pericia en buscar excusas que en encontrar soluciones’. Al bueno de Trump le pasa eso, y también a otros.

El exceso de dimes y diretes para justificar tu tardanza no hace más que aplazar el tiempo necesario para resolver los asuntos, sobre todo si tus intervenciones justificativas son demasiado largas y pesadas. Y la gente se cansa de escucharte, a la espera de que hagas más y hables menos. Es el problema de los reyes del mambo, que sólo saben bailar al son de una música prevista, que se queda anticuada para la realidad de hoy.

 
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