¿Somos violentos?
En Francia, Macron ha propuesto una ‘ley de seguridad global’, como si eso fuera posible. Hay un gusto desmedido por los enunciados rimbombantes. Ha habido gente que se ha enrabietado con la propuesta porque uno de sus artículos prohíbe hacer y publicar fotos de la policía cuando actúa violentamente contra alguien, y eso limita la libertad de expresión.
El dilema entre libertad y seguridad parece hoy insoluble. ¿Queremos ser más libres o queremos estar más seguros?, ¿confiamos en la policía como guardián del orden, en los políticos como creadores de leyes que protejan el orden pero que nos dejen hacer lo que nos venga en gana?, ¿confiamos en que los demás y nosotros no nos vamos a ‘escrachar’ con propuestas que acaben perjudicando a quienes las padecen y beneficiando a quienes las proponen?
La crisis de la confianza de unos en otros genera soluciones violentas por el deseo de imponer como sea lo que pensamos que para nosotros es indiscutible. ¿Hay algo que sea realmente indiscutible, o podemos pensar que eso no existe, que es una ficción preparada por unos que mandan para que los demás les obedezcan sin reparos?.
Como decía la canción: ‘la vida es así, no la he inventado yo’. Convivir con gente distinta es inevitable. Y si no, ya veremos que ni los presupuestos se cumplirán, aunque se hayan afanado unos y otros, si no les parecen bien a los europeos que nos van a dar el dinero.
