Comienza la campaña de la tercera vuelta en Francia

Parece claro que, como señalaba Stefan Simons, corresponsal de Der Spiegel, a pesar de su victoria, “François Hollande no podrá gobernar Francia sin una mayoría sólida en las próximas elecciones legislativas”, que se celebrarán en junio. En su momento, fue una de las razones para reducir la duración del mandato presidencial de siete a cinco años, y hacerla coincidir con la de los representantes en la Asamblea Nacional. No impide necesariamente la famosa “cohabitación” (presidente de un partido y mayoría parlamentaria de otro signo), pero tiende netamente a evitarla, facilitando la gobernabilidad.

Sin embargo, la brillante salida de Nicolas Sarkozy del Elíseo ha devuelto la esperanza al centro derecha. Más de uno ha sentido nostalgia: si hubiera llevado una campaña con el tono de su discurso de despedida, habría recuperado quizá las amplias simpatías que despertó en 2007 y fue perdiendo poco a poco, hasta no poder recuperarse en un sprint final demasiado tenso. Pero no será fácil convencer al electorado de que perder una batalla no significa perder la guerra.

La UMP tiene ahora la papeleta de elegir a la persona que protagonizará el liderazgo ante los inminentes comicios. En los tiempos que corren, disponemos ya de los primeros sondeos de opinión: indican que el dimitido primer ministro, François Fillon es la personalidad preferida por el 28% de los franceses para dirigir la unión del centro derecha. Su popularidad excede el 20% de Alain Juppé –último ministro de exteriores, después de un tiempo de inhabilitación política a causa del affaire de las facturas falsas del ayuntamiento de París en tiempos de Chirac‑ y el 13% de Jean-François Copé –actual secretario general de UMP‑, según la muestra analizada por IFOP para la edición dominical del diario Sud Ouest. El éxito de Fillon se amplía hasta el 42% entre los simpatizantes del partido (29% para Copé; 24% para Juppé, también alcalde de Burdeos). Es, además, el preferido de las mujeres, de los jóvenes entre 18 y 24, y de las personas de 65 años o más.

No obstante, si se considera que en Francia mucho se decide en el balotaje, el sondeo analiza también las opciones fuera de la derecha. Fillon agrada al 29% de electores del centrista François Bayrou y al 42% de Marine Le Pen. Alain Juppé recoge el 30% de opiniones favorables de centristas, y 22% de simpatizantes de izquierda (en concreto, el 26% de votantes de Jean-Luc Mélenchon.

En el campo socialista, el silencio de François Hollande ha introducido un tiempo de espera, dentro de la euforia global por la victoria. De momento, sólo Ségolène Royale, actual presidente de la región Poitou-Charentes, reafirma su candidatura a la presidencia de la Asamblea Nacional. Como es natural, insiste en que es preciso “dotar de una mayoría lo más amplia posible al presidente y al gobierno”, y configurar “un parlamento capaz de llevar rápidamente a la práctica el proyecto presidencia”, a fin de "pasar de los discursos a los hechos".

Interesante será la reacción de los dos “perdedores” en la primera vuelta de las presidenciales: Bayrou y Mélenchon.

François Bayrou tiene explicar mejor su apoyo personal a Hollande. Muchos no han entendido que un político honesto, católico, vote por un acérrimo y un tanto obsoleto laicista. Ha perdido una parte de su antiguo prestigio humano, que más de uno aprecia por su identificación con la historia y la ética del pueblo francés, No faltará quien considere que ha sido manifestación de su capacidad de encontrar –sin cinismo alguno‑ puntos de convergencia entre sensibilidades distintas, algo tan necesaria en la cultura y en la sociedad actuales. En el fondo, el Mo-Dem sigue creyendo en el bien común, con grandeza ética, pero menores réditos electorales.

Finalmente, Jean-Luc Mélenchon está dispuesto a jugar fuerte. De momento, ha hecho oficial ya su candidatura contra Marine Le Pen en Hénin-Beaumont (Pas-de-Calais): “queremos obtener una victoria política que tenga alcance nacional e internacional”. El líder del Frente de izquierda quiere impedir que ese distrito se transforme en feudo electoral de la extrema derecha. De hecho, en la primera vuelta de las presidenciales tuvo el 31,42% de los votos, delante de François Hollande, Nicolas Sarkozy y del propio Mélenchon (14,85%).

En todo caso, los primeros sondeos dan favorita a la izquierda en las elecciones de los días 10 y 17 de junio con un 45,5% de intenciones de voto. Aunque el porcentajes es inferior al 49,5% del conjunto de la derecha, supera los datos de 2007 (7,5 puntos) y de 2002 (5,5 puntos), y es sólo un poco inferior a los de 1997 (47%), cuando ganó la izquierda.

 

Pero la batalla apenas ha comenzado.

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