En Pekín no peligra sólo el futuro de China

Presidió la toma de posesión de la nueva gobernadora de la isla, en aplicación de un régimen jurídico basado en una interpretación jurídica más que discutible de la ley básica. Más bien indica la violación de la gran promesa sintetizada en la frase “un país, dos sistemas”. Se trataba de una de tantas manifestaciones de la cosificación del régimen chino, que fomenta el bienestar de los ciudadanos a cambio de la represión de las libertades fundamentales.

Arranca ahora el XIX Congreso del PCCh, escenario clásico de la evolución del régimen de Pekín, especialmente tras la muerte de Mao. Los más de dos mil delegados votarán a los 25 miembros del Comité Central del Partido y a los siete de su Comité Permanente, órgano supremo de mando. También se renovará la Comisión Militar Central, instrumento del PCCh para controlar el ejército.

En su día, Deng Xiaoping (1978-1992) pasaría a la historia como inspirador de las reformas del sistema: lo abrió a occidente y a la economía de mercado, pero con el mantenimiento del poder del partido. Su trayectoria mereció su inclusión post mortem en el texto constitucional, a modo de uno de los padres de la patria, junto con Mao.

Aún en vida, algo semejante espera ahora Xi Jinping, “el emperador rojo” a juicio de tantos observadores internacionales, que será renovado para un mandato de otros cinco años. Está convencido de haber conseguido el gran paso adelante en la "gobernabilidad" de China, camino para la devolución de su estatus de superpotencia.

Desde el poder en 2012, ha ido eliminando posibles contrincantes, normalmente con el desmedido uso de la supuesta lucha contra la corrupción dentro del partido. Prosiguió el crecimiento económico, con una utilización sesgada de la presencia de China en la Organización Mundial del Comercio, pero incrementó paulatinamente el control ideológico de la sociedad. Además, propugnó la recuperación de valores tradicionales –también religiosos: vuelta a Confucio-, para configurar una personalidad propia, acentuando la crítica de los derechos humanos de cuño occidental, como supuestamente incompatibles con una auténtica democracia en China: las democracias liberales carecerían de valor universal.

Como en todos los regímenes comunistas, la propaganda oficial invade la comunicación social. En el caso de Xi Jinping, recientes documentales reiterados en la televisión oficial, destacan su éxito diplomático, que habría devuelto a la nación a su papel de gran potencia en la escena internacional. No es casual el título del libro publicado en enero de 2015, compilación de sus discursos y ensayos: la gobernanza de China (mil flores).

Esa actividad va acompañada con el máximo control de las nuevas tecnologías y las redes sociales, que abrieron brechas en la China de Hu Jintao. Para evitar una posible evolución al estilo de la URSS, Xi Jinping realizó una auténtica purga dentro del partido, colocó a sus hombres, reorganizó el ejército y se aseguró el control de la incipiente sociedad civil, hasta establecer un auténtico sistema de censura también en Internet.

El intento de convertir a China en superpotencia, inspira decisiones como la puesta en marcha de la nueva “ruta de la seda”, la internacionalización del yuan, la presencia económica creciente en tantos países de África y América, o el establecimiento de bases militares (la primera, en Yibuti, en el Cuerno de África).

Pero la propaganda no puede ocultar el deterioro de un sistema de gobierno basado en el partido único –con la friolera de 89 millones de miembros-, que deroga los exiguos vestigios del estado de derecho. En parte, la reducción al silencio de la oposición interna se compensa, aun mínimamente, con la esperanza que viene de Hong Kong y Taiwán. Pero no hay indicios sólidos para una recuperación de la vitalidad de la sociedad incoada en tiempos de Hu Jintao. Todo lo contrario, con los consiguientes efectos negativos para la comunidad internacional.

 
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato