La geopolítica de Barack Obama cenital prevalece sobre los derechos humanos

Éramos pequeños en la época de la guerra de Corea, de la que había colecciones de cromos: no todo era fútbol. Más adelante asistiríamos perplejos a la caída de Dien Bien Fhu en manos del Vietcong y, no mucho después, a la campaña contra la guerra del Vietnam en las universidades de Estados Unidos, mientras se sucedían los bombardeos y la violencia en una contienda sin fin aparente. A más de uno nos hizo pensar el “desconfiad de los de más de treinta”, eslogan de Mario Savio en Berkeley, precursor del mayo francés, de tanta influencia en nuestra primera juventud cultural.

Ahora, el presidente americano acude a Vietnam y levanta el embargo de armas. Parece increíble. Sobre todo, si se piensa en su promesa de campaña, sin cumplir después de siete años: el cierre de Guantánamo. La contradicción se explica quizá en términos de intereses económicos y de pensamiento superdébil. La Casa Blanca parece sólo sensible a derechos humanos –deseos, no propiamente derechos- en materia de sexualidad, que han movido a una decena de Estados a luchar jurídicamente contra su presidente. En cambio, desconoce la opresión que sufren tantos ciudadanos, en su propia base militar de la isla de Cuba, o en países a los que barbillea, como antes Egipto o Arabia Saudita, y ahora Vietnam.

En las cárceles del régimen vietnamita están detenidos al menos cien presos políticos y de conciencia. Un comunicado de la Casa Blanca, la víspera de la visita, pedía a Hanói su liberación. Pero el levantamiento del embargo sólo ha tenido un efecto positivo conocido: la libertad de un conocido disidente del Vietnam comunista, el sacerdote católico Taddeo Nguyên Van, que ha pasado, tras cuatro décadas de poder comunista, 37 años detenido (23 en la cárcel, 14 en arresto domiciliario). El sacerdote se hizo famoso durante su último proceso, en marzo de 2007, por recitar un poema suyo delante de los jueces: “el tribunal comunista vietnamita, una farsa innoble, que nunca podremos tomarnos en serio. Los magistrados, este grupo de simios, estos siervos mercenarios, ¿qué piensan poder juzgar?” No pudo terminar de leerlo, y se le impidió hablar en el resto del juicio. Con setenta años, su estado de salud es muy precario y apenas puede caminar.

Pero, como tantos otros líderes occidentales, Obama cede la defensa de los derechos humanos ante necesidades económicas y comerciales, o planteamientos geopolíticos. Basta pensar en las relaciones cada vez más amistosos de casi todos con China, a pesar de su implacable represión de libertades que deberían ser básicas y prioritarias. Ahora, el presidente estadounidense cede ante Hanói, en un contexto de crecientes tensiones con China en el Mar de China meridional.

No son suficientes las reuniones con algunos disidentes, entre otras razones, porque las autoridades competentes, o no las autorizan, o deciden quién puede ser interlocutor y a quiénes se les prohíbe la presencia. “Vietnam ha demostrado que no merece la relación más estrecha que le han ofrecido los EE.UU”, afirmó el juez John Sifton, director para Asia de Human Rights Watch. “Impedir a miembros de la sociedad civil estar con el presidente Obama no sólo es un insulto para él, sino un abuso en sí de los derechos humanos”. Al cabo, Hanói triunfa en su apuesta con Washington, que mantendrá su concesión armamentista a pesar de la violación de libertades básicas. El Secretario de Estado John Kerry la defiende de modo ambiguo: “lo importante es estar en el buen camino”.

Que sepamos, nada se ha planteado contra la ley sobre la religión, que entrará en vigor a finales de año, y empeora la condición de los creyentes vietnamitas. Muchos no comprenden la pasividad de Estados Unidos, que retiró en 2006 a Vietnam de la relación anual de la Secretaría de Estados sobre países que violan la libertad religiosa. Era presidente George W. Bush y Condoleezza Rice, secretaria de Estado. Desde entonces, la situación ha ido a peor. Pero Washington se pliega a intereses geopolíticos y quizá a presiones de la industria armamentista.

 
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