Los medios de comunicación se olvidan de Siria

            Se comprende que, ante el conflicto de Ucrania, mucho más próximo a Europa y especialmente enconado estos días, los medios se olviden de Siria, a pesar de que la evolución es muy dura para los habitantes de esa región. Quizá las últimas noticias destacadas han sido las lágrimas del papa Francisco por la crucifixión de cristianos en aquel país, y la recuperación por parte del ejército de Bashar Al Assad de la mítica ciudad de Homs –capital de la revolución‑, que ha quedado calcinada. Era la tercera ciudad del país, referente económico e industrial del centro de Siria.

            En algunos países occidentales preocupa ahora más la presencia del yihadismo, que se manifiesta en la incorporación de ciudadanos europeos como combatientes en Siria al lado de los rebeldes. Por ejemplo ‑lo he mencionado en otras ocasiones‑, los gobiernos de Alemania, Francia y Gran Bretaña han desarrollado procedimientos para detectar ese colaboracionismo, también al regreso de posibles milicianos de aquella zona. Al contrario, la propaganda islamista trata de mitificar el fenómeno, resucitando viejos parámetros, como el de las brigadas internacionales que participaron en la guerra de España.

            Lo cierto es que, también en este punto, la diplomacia rusa ha resultado vencedora, tanto en las decisiones –o vetos‑ del Consejo de Seguridad de la ONU, como en las acciones prácticas sobre el campo de batalla. Putin está dispuesto a asegurar su posición dominante en Siria, contra viento y marea.

            Por otra parte, las potencias occidentales –especialmente Estados Unidos y Francia‑ parecen haber advertido que el remedio de los rebeldes contra la dictadura es peor que la enfermedad. La crueldad que han manifestado, sobre todo, contra los pacíficos cristianos de la región, ha podido ser determinante en el enfriamiento del apoyo inicial a las milicias anti-Assad.

            Según pasa el tiempo, aunque no se consigue la paz, la guerra civil va girando a favor del poder constituido, un factor que contribuye también al olvido por parte de los medios informativos. No se trata de un fenómeno nuevo, pues recuerda lo sucedido en los Balcanes, o en las guerras de Darfur y Sudán, o en la actual República Centroafricana o, incluso, en las guerrillas de Colombia: los titulares llamativos y los extensos reportaje de enviados especiales, dejan paso a despachos marginales, hasta la casi desaparición de noticias. Sin embargo, la guerra continúa, con un volumen de muertos y desplazados que no cesa de aumentar.

            Casi nadie recuerda el fracaso de las acciones humanitarias a favor de la población civil de Homs, impulsadas por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de acuerdo también con las conclusiones de Ginebra-2. Y eso que las condiciones sanitarias y la falta de alimentos resultaban insoportables.

            Pero, gracias a la mediación de la propia ONU, con el beneplácito de Irán, se ha podido llegar a un acuerdo. Los milicianos de Homs negociaron con éxito su abandono pacífico de la ciudad, tras entregar las armas: fusiles, granadas, lanzacohetes. Están hoy en el norte de Siria, en zonas controladas por la insurgencia.

            A cambio, los rebeldes se han comprometido a permitir un corredor humanitario hasta las ciudades chiítas de Nubbol y Zahra, en la provincia de Alepo. El acuerdo incluye la liberación de prisioneros, incluidos rehenes capturados por brigadas de Al Qaeda, lo que permite suponer que este grupo ha participado también, al menos indirectamente, en las negociaciones.

            De hecho, el líder sirio de la red de Al-Qaeda, habría hecho una llamada al orden a los grupos yihadistas rivales en el este de Siria, que habían redoblado la intensidad de sus enfrentamientos, con más de setenta muertos. La división de los islamistas favorece, sin duda, al régimen de Assad. Pero incrementa las amenazas que pesan sobre los cristianos, como se comprobó con el brutal asesinato en Homs del P. Van der Lugt, jesuita holandés de 72 años, de los cuales había pasado cuarenta en Siria. Una razón de peso para no olvidar el conflicto, menos aún cuando Bashar Al Assad está dispuesto a prorrogar su presidencia tras convocar elecciones, en un país devastado, para el próximo mes de junio.

 
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