Sobre la escasa relevancia de La ilusión y La Reilusión en el logro de nuestros sueños

Tercera entrega (de las seis anunciadas) sobre: En busca del Compromiso Perdido.

¡Comprométete!

¿Tomarías, con el ánimo de sentirte feliz, una sustancia que alienándote te mostrara todo de color de rosa? La sonrisa y el jolgorio, quedando garantizados, nos mostrarían dueños de nuestra felicidad (¿felicidad?).

La respuesta más que habitual es no. Y es no porque se desea vivir lo que la vida nos trae; porque se quiere sentir que tenemos algo que hacer al respecto; porque, en definitiva, necesitamos que nuestra voluntad se exprese.

Habitualmente se presenta a la ilusión, y a la alegría saltarina,  sinónimas de  felicidad; como si la misma no pudiera cobijarse tras una mente serena y reflexiva, o en la paz derivada de quien hizo lo posible a pesar de no haber alcanzado el logro deseado o quizás… ¡váyase a saber dónde la encuentra cada cual!

En cuanto a la motivación, significando  haber encontrado un motivo para la acción, tampoco debiera mostrarse como sinónima de ilusión o de reilusión.

La hilatura natural que “cose” nuestro comportamiento nace, o de la expresión comprometida  con los principios éticos o de nuestros solos intereses.

La persona comprometida, supedita su estado de ánimo a la obligación (acción disciplinada); la que no, vive instalada en sus egoísmos (no es disciplinada).

La ilusión, la reilusión y la motivación -entendida como aquello que nos gusta hacer-, son ídolos con pies de barro. El compromiso, además de ilusionante, puede y debe ser responsable con el sentido del deber y con la entrega  amorosa.

 

En el fondo se dilucida la idea de quién se hace dueño de nuestras decisiones: ¿El sentimiento o la voluntad? La tiranía del sentimiento indisciplinado que como consecuencia nos priva de libertad o la voluntad disciplinada como expresión de una forma de ser libre y que, por tanto, supedita el bienestar y el placer a lo que por obligación se ha impuesto.

El triunfo de la sola ilusión  arrincona al ser humano  en la mediocridad más absoluta: solo hace y, en el mejor de los casos, logra lo que le satisface y gusta. Por el contrario, cuando la voluntad (basada en principios) se eleva por encima del deseo ilusionante, manifiesta la grandeza de una condición que se apodera de las circunstancias, que lucha, que, en definitiva, pelea por aquello en lo que cree.

En el pódium de los valores que impulsan a la persona, la ilusión, y la reilusión merecerían el bronce o la plata; el oro, ya se sabe, siempre colgará de la actitud comprometida.

El combustible que impulsa la vida se encuentra en el compromiso; compromiso que alcanzará su máxima expresión en la trascendencia de ayudar a los demás en un mejor vivir.La ilusión, y la reilusión, son valores, en todo caso, supeditados al compromiso.

Quien busca la objetividad se compromete con la verdad. ¡Comprométete con ella!

Próxima entrega: Sobre El liderazgo que, no siéndolo, muchos piensan que es.


Santiago Ávila

Socio Director de ExecutivesOnGo.

Autor de “La gestión emocional” y “Aprendiendo a liderar” de la Editorial Pearson


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