¡Abajo las presentaciones de libros!
Las presentaciones de libros son una tortura. Los autores, no contentos con que los sufridos lectores compren sus libros, se empeñan en organizar después su presentación, machacando a su audiencia más fiel con una sesuda sesión de exaltación del contenido del libro, y hundiendo al auditorio en un abrasivo sopor. En las fechas próximas a la feria del libro, ocho de cada diez caídas accidentales, con rotura de tabique nasal, desencaje de hilera de piños, y traumatismos varios, se producen durante la presentación de algún libro, después de que la víctima haya emprendido el viaje que va del creciente aburrimiento al sueño profundo, descendiendo abruptamente de su butaca e impactando de narices contra el suelo. Los autores y editores ocultan frecuentemente esta dolorosa estadística.
Casi todas las presentaciones de libros mantienen idéntica estructura. En la mesa, el autor, el editor, y algún rostro popular o docto en la materia, que acude con el único objetivo de abrillantar el ego del escritor. La intervención del presentador resulta la clave del acto, porque es la única esperanza de que ocurra algo diferente. Del escritor nadie espera nada interesante. Del presentador, en cambio, se puede esperar alguna reacción extravagante, algún insulto ingenioso al autor, o incluso, una extensa reprimenda al escritor, que en ocaisones puede desembocar en una reyerta entre ambos, convirtiendo la presentación en un espectáculo.
Cuando en una presentación se desencadena una pelea, hay tres tipos de asistentes. Los que aprovechan para robar libros, los que aprovechan para asaltar los pinchos, y los que aprovechan la confusión para atizarle un guatazo al autor y cobrarse alguna deuda. Todas las presentaciones deberían incluir en su agenda unos minutos dedicados al cruce de acusaciones y los manotazos. Desconozco por qué esta sabia teoría goza de tan poca popularidad en el mundo editorial.
Para facilitar que la gente acuda a las presentaciones de libros se suele servir gratuitamente un vino y unos canapés al término de la misma. Hay grandes profesionales del vino y los canapés en España. Son esos tipos encorbatados que llegan a los aplausos del final y de inmediato se sitúan en primera fila de canapé. La gente los envidia pero nadie se atreve a hacer lo mismo. Desconocen que los autores nunca saben quién ha asistido a todo el acto y quién ha llegado a la hora de las croquetas.
Es costumbre comprar uno o varios ejemplares del libro en la presentación y llevárselos al autor para que éste esboce firmas y dedicatorias sobre ellos. Es una costumbre sana y divertida, y a los autores les hace mucha ilusión. Se escriben cosas tan emotivas como "Para la flor más roja de todo el jardín", "A Pepe, amigo y hermano", "Para Mariano Rajoy, siempre te he admirado, y ahora más que nunca. PD: ¿qué hay de lo mío?", o "Con cariño y agradecimiento, al imbécil de mi vecino".
Con una copa de vino a medias, un par de croquetas, un interlocutor ligeramente cargado de tinto, y un ejemplar del libro bajo el brazo firmado por su autor, es usted el prototipo de asistente perfecto a este tipo de actos. Como en esta vida no tiene recompensa alguna tanto sacrificio, confiemos en que lo tenga en la vida eterna, al tiempo que esperamos que los autores que conovocan presentaciones y obligan a sus amigos a asistir sufran justa condena por su falta de humanidad.
Concluyo recordando que este viernes 4 de mayo presento mi nuevo libro 'Yo maté a un gurú de Internet' en la sala Green de Madrid, a las 21:30. Estará acompañado de Paco Segarra, Javier Quero, y el dúo humorístico Los Clones. Allí les espero a todos. Y el viernes 11 lo presentaremos en la Fnac de La Coruña a las 20:00 horas. También les espero allí. Tienen toda la información en la web del libro. Y ya lo saben. ¡Abajo las presentaciones de libros! Pero no me falten.
Siempre he dicho que la coherencia del columnista está sobrevalorada.
Itxu Díaz es periodista y escritor. Desde el 21 de marzo está a la venta su libro «Yo maté a un gurú de Internet». Sígalo en Twitter en @itxudiaz
