Abyección

Se les nota demasiado. Si los responsables de la negociación con los asesinos tuvieran  tan claras las bondades intrínsecas de su diálogo, si no les incomodara ese último adarme de conciencia que les recrimina la amoralidad de su conducta, carecería de sentido el recurso al vituperio feroz como la mejor manera de legitimarse. Ahí se retratan. Con cada una de sus declaraciones envenenadas van delimitando el contorno de un supuesto círculo virtuoso que, si tal fuese, no precisaría de una retórica furibunda destinada a los que no quieren, por decencia, entrar en él.

Se les nota demasiado. Si los responsables de la negociación con los asesinos tuvieran la certeza de que ningún reproche cabe oponer a este proceso, seguramente no habríamos oído enormidades tales como que en el fondo al principal partido de la oposición no le interesa acabar con ETA, que no podría soportar el desarme definitivo de la banda por parte de un gobierno socialista, que su postura de rechazo a la negociación es propia de «mentes obtusas y corazones emponzoñados». Con esta última frase, Fernández de la Vega ha aportado rigor nuevo a la portavocía que tiene encomendada. Es de agradecer su transparencia.

Se les nota demasiado. Si los responsables de la negociación con los asesinos supiesen con total seguridad que no traicionan a los vivos ni a los muertos, pero tampoco a sí mismos ni a los principios que un día mantuvieron, Rodríguez Zapatero quizá encontrara superfluo recordar tantas veces, con insistencia delatora, que fue él quien propuso el «Acuerdo por las libertades y contra el terrorismo» en el año 2000. Como si por mucho repetirlo quedara difuminada o incluso eliminada su responsabilidad última a la hora de hacerlo fracasar.

Se les nota demasiado. Si los responsables de la negociación con los asesinos pudieran enorgullecerse de su empresa, es de suponer que lo más valiente y valioso del socialismo vasco no se habría visto en la necesidad de dirigir una misiva tan necesaria, tan clara, tan triste, a su secretario autonómico. Más aún. Si Pachi López no tuviera en su fuero interno ningún tipo de resquemor, podría siquiera haber meditado las palabras allí expresadas. Sin embargo, su respuesta a la misiva ha sido una invitación a que los descontentos abandonen el PSE. Se le llena la boca con la «España plural» y luego es incapaz de mantener la pluralidad en su partido.

Se les nota demasiado. Si los responsables de la negociación con los asesinos las tuvieran todas consigo, sería improbable que soslayasen la voz de las víctimas o que, en el peor de los casos, desacreditasen sus manifestaciones con ardides poco limpios. Antes bien, se desvivirían por conocer su punto de vista y se atendrían siempre a esos tres conceptos irrenunciables que constituyen su lema: memoria, dignidad y justicia. Pero todo hemos de conjugarlo en condicional, como la propia negociación. Por mucho que quieran ocultarla, a sus impulsores la abyección se les nota demasiado.

 
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