Adolescentes y patria potestad

Según la definición del código Civil, Patria Potestad, es “el conjunto de derechos y deberes que corresponden a los padres sobre las personas y bienes de los hijos, para su protección y formación integral, desde la concepción de éstos y mientras sean menores de edad y no se hayan emancipado".

Sin embargo, el Gobierno socialista se ha empeñado en arrebatar a los padres la tutela de sus hijos menores. Lo hace con la polémica asignatura de Educación para la Ciudadanía que aprovecha para adoctrinar ideológicamente a los niños en una determinada orientación moral que puede estar –y de hecho lo está en millones de casos- en contra de los principios de los progenitores, lo hace con la descabellada propuesta de que las niñas de dieciséis años puedan abortar sin el consentimiento de los padres y lo hace con la frívola decisión de dispensar píldoras abortivas en las farmacias sin límite de edad y sin receta médica, es decir, sin control.

Nuestros sensatos gobernantes han considerado que la adolescencia es un periodo de la vida en que lo lógico y natural es practicar el sexo con el noviete o el ligue de fin de semana porque después de todo, el sexo no es más que un juego sin mayor trascendencia, divertido y apropiado para tan tempranas edades. Sí como consecuencia no deseada del juego, la joven cree que ha podido engendrar una nueva vida, no hay ningún problema, la píldora del día después o la sanidad pública se encarga de eliminarla sin que se enteren los padres y aquí no ha pasado nada. Porque, vamos a ver, ¿quienes son los padres para querer intervenir en una decisión tan íntima y personal de una hija menor de edad?. Según nuestra ministra de Sanidad, a los dieciséis años, se es una “una mujer madura” que aunque no pueda comprar tabaco o alcohol si puede decidir sobre “su propio cuerpo”. 

Sin entrar en consideraciones médicas, la frivolidad en la visión de la cuestión del sexo en la adolescencia, la brutal intromisión en la confianza entre padres e hijos al promover legalmente que las hijas les oculten asuntos de una importancia incuestionable y la falta de respeto a la transmisión de la vida humana, que denotan las decisiones del Gobierno socialista son sencillamente aterradoras.

No sé si a la ministra de Sanidad o a la de Igualdad - si tuviesen una hija de dieciséis años- les gustaría que abortase a sus espaldas o que se dedicase a acostarse con chicos desde la pubertad tomando la píldora del día después cada vez que lo considerase preciso, pero intuyo que si tuviesen un mínimo de sentido común, no les haría especial ilusión. Fomentar con ese desparpajo la irresponsabilidad de los jóvenes, contribuir dando todo tipo de facilidades a que no aprendan a valorar y afrontar las consecuencias de sus actos, puede tener un efecto catastrófico para la sociedad. Cuando se educa en el todo vale y se transmite el mensaje de que la vida humana es un valor relativo, en función del estadio en que se encuentre, no solo no se resuelven problemas sino que se ponen los pilares para que las generaciones de adultos del futuro tengan como principal prioridad su satisfacción personal al margen de cualquier otra consideración. Todo ello sin olvidar la gravedad de que el Estado pretenda arrebatar alevosamente a los padres la patria potestad que legítimamente les corresponde ejercer hasta que los hijos cumplen los dieciocho años. Escandaloso e intolerable.

 
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