Cuando América descubrió Europa a través de Walt Disney

Mientras se extiende en Francia una especie de complejo de inferioridad frente a Estados Unidos, que lleva a Laurent Fabius, antiguo primer ministro, a acusar al ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, de querer ser el caniche de George Bush, y a Jacques Chirac, a insistir en que sus relaciones con el presidente de Estados Unidos son de confianza, y jamás de sumisión; el Grand Palais ha optado por ofrecer este otoño una atípica exposición que recrea el universo de Walt Disney y sus fuentes de inspiración.   “Erase una vez Walt Disney” es un homenaje a la creación estadounidense, pero es también una llamada de atención sobre el origen de muchas de las ideas expresadas en los dibujos de la casa Disney, que no es otro que la Vieja Europa y su cultura.   La idea de esta exposición surgió de la mente del Comisario, Bruno Girveau. A fuerza de ver las películas de Walt Disney en familia, lo que significa, cuando hay niños pequeños en casa, que las mismas historias se ven una y otra vez, Girveau acabó fijando su formación de historiador del arte en las imágenes que veía y surgió la idea de crear una exposición. Su idea fue recogida con indeferencia o perplejidad hasta que, finalmente, el Grand Palais decidió hacerle un hueco, y a juzgar por el interés que está despertando, no se arrepentirá. Para organizar la exposición ha sido necesario bucear en los biblioteca que Disney creo desde 1934, con la aparición de Blanca Nieves y los Siete Enanitos.   Durante un viaje por Europa, Walt Disney se llevó consigo unos 300 volúmenes con ilustraciones del siglo XIX y XX, entre ellas las de Arthur Rackham y Honoré Daumier, los artistas que más le impactaron.   En la exposición se puede contemplar cómo la danza de Pepito Grillo de Pinocho sobre un violín está inspirada del grillo de Scènes de la vie privée de Grandville. También se descubre a Gustave Doré en múltiples escenas como la que representa a Blanca Nieves huyendo por el bosque y los árboles transformándose en monstruos.   En su conjunto, la estética Walt Disney expresa la nostalgia de una Europa romántica, recreada por el equipo de dibujantes de Disney, verdaderos autores de Dumbo, Cenicienta, Bambi o Peter Pan, a los que el Grand Palais rinde también un particular homenaje.

 
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