Balance preventivo de una década

Han cambiado muchas cosas del ilusionismo global del ‘efecto 2000’ a un 2009 que nace entre brindis de champán y comentarios de crisis. Hay péndulos de acción y de reacción como síntomas de libertad a la espera de un balance: la televisión degrada más que nunca pero se edita también mejor que nunca, hay más anorexia pero se vende más foie, hay cirugía estética adolescente y al mismo tiempo un restaurante lanza la hamburguesa ‘baconator’. Slow food y fast food, cibersexo y liga de la modestia, menos bautismos pero más conversiones, más participación bursátil pero menos educación financiera, menos hijos pero más mimados, más guapos, más alérgicos, más competitivos. En estos años hemos dicho adiós al tabaco negro, a las oficinas de cambio, a la canción del verano, al aparcar gratis. La facilidad contemporánea se vuelve malestar cuando encendemos una televisión con cien canales o buscamos una leche que sólo sea leche. Más autonomía, menos vínculos. Sí, todo son síntomas de libertad a la espera de un balance, como entre la filofax y la palm está la moleskine. Sorprendentemente –o no- España gana al fútbol.

Creímos que en el 2000 los coches volarían y –de pronto- un taxi es más caro que un avión. Incorporamos nuevas palabras: BRIC, subprime, PAM, vodkatini, yoga-wii, pero quién recuerda lo que era el tamagochi. Por primera vez, los cocineros se han vuelto pensadores. De crisis en crisis, el capitalismo había muerto cuando Enron como murió con la burbuja de internet. Hoy como ayer, tampoco se puede basar la política crediticia en no dar dinero al que no tiene. En España, la crisis que importa es la de dentro: la posibilidad de ser la octava potencia económica con el dieciséis por ciento de paro. Globalmente, veremos hasta qué punto se articulan nuevos intervencionismos estatales o predomina un narcisismo político a lo Sarkozy. Por cierto: los políticos del futuro –que lo sepa Rajoy- han de ser hiperactivos. En Europa, hélas, eso quiere decir que son gastones.

Del Sahara al Congo, los conflictos enquistados se fosilizan si es que no se pudren. Una llama en el Cáucaso arde por unos días en la prensa pero en realidad no se olvida del todo: hay misiones de la UE efectivas en poco más de una semana. Es un logro. Redefinimos instituciones pero subrayar al mismo tiempo su necesidad y sus imperfecciones –OTAN, ONU, UE- ralentiza las reformas, entre la expectativa hipertrofiada y la prudencia metódica. El gobierno global seguirá siendo imposible como las rosas azules. Irak, Afganistán: lo queramos o no, todo comienza en el 11S. El método neocón se purifica en realismo sin degradación e idealismo sin utopía. Dato duro: fútbol es fútbol, el mundo es como es y lo cierto es que sólo cuentan unos pocos. El debate se centra en las economías emergentes y la controversia energética. No es menos cierto que hay –en todos los continentes- países milagro.

De puertas adentro, tenemos la política buffet: se sigue deteniendo a los terroristas y se sigue esperando la negociación, tenemos un gran rey en la medida en que es muy republicano, el Gobierno postula una moral ‘ex novo’ en tanto que se reabren tumbas del pasado, se atomizan las libertades individuales pero el Estado es crecientemente tutelar. Se nos insta a consumir con criterio y vemos cada vez más despilfarros. En la política, como en todo, se perdió vocación de ejemplaridad. Grosso modo, del PP al PSOE vamos del gobierno pragmático al gobierno ideológico: súbitamente, una generación joven vislumbra que le ha tocado crisis. Han sido años de prosperidad real hasta que le encontramos ribetes ilusorios: quizá se puede establecer un correlato con una mala digestión si analizamos el desarbolo moral.

El fracaso de la universidad es una muerte: los nuevos bárbaros vienen con máster y –por tanto- no están dispuestos a que se les enseñe nada. Viejo modelo: el college; nuevo modelo: el think tank. Vaya usted a saber. La Iglesia española aguarda redimensión, vuelto imposible el populismo católico: hay quien postula escarbar, por elevación, las trincheras en el cielo. La lucha de las religiones de hoy es contra el relativismo, es decir, contra la deshumanización. Hay una ética como punto de encuentro racional ahora que las iglesias defienden tradiciones de lo humano: la piedad y la vida contra la eutanasia y el aborto, por ejemplo. El divorcio ha sido un Auschwitz. Tocar la familia implica, en el fondo, tocar lo que entendíamos por naturaleza humana.

Familia, relaciones, maneras y tono social: frente a la fragmentación, hay nuevas reverberaciones de significado donde ni siquiera se esperaba, por ejemplo, en la redefinición del canon literario ahora que descubrimos a tantos escritores que sufrieron al otro lado del telón de acero. En la hora de dar contenido humano a lo humano habrá que contar con el acontecimiento más importante del día: la neurociencia y su correspondiente neuroética. La psicología evolutiva busca explicarlo todo como lo quisieron explicar todo el estructuralismo o el freudismo. Habrá que hacer un esfuerzo para elevarse de lo ‘pop’: las celebrities, el diseño, la desmoralización real de las series televisivas. El día a día es eso. En el hondón, sin embargo, el debate es otro: creemos vivir dominados por la herencia genética, las dinámicas sociales, los modelos culturales, la química cerebral; lo determinante, sin embargo, siguen siendo la voluntad y el carácter. ¿Liberación de la mujer? Cada vez se les exige ser más guapas.

La música es gratis así que busca otros caminos. La novela sigue muriendo pero ya va muriendo menos: es más preocupante saber que ningún escritor del siglo XXI tendrá la atención que tuvieron los escritores del siglo XIX, la lectora ideal que pasaba páginas en trance, el letraherido que confundía los libros y la vida. Lo pop es también esa desvertebración por contraste con la novela que en buena parte hizo Europa. En cultura, como en empresa, asistimos al nuevo predominio de lo freak y de los geeks: en su mejor manifestación, eso es google; en su peor manifestación, es tribalización cultural. Curiosamente, ahora que cada ciudad de provincias tiene su museo de arte contemporáneo, los artistas que importan son los que vuelven. Rigen los arquitectos estrella, los escritores bocazas: nuestra época es más ostentosa de lo que generalmente damos en pensar. Por supuesto, todo pasa y sólo queda lo que digan unos cuantos happy few pero tendrá que haber happy few para salvar la resistencia solitaria del hombre que lee y que escribe, viejo paradigma. En parte se han perdido las grandes ambiciones, la aspiración de las grandes obras: las grandes obras de hoy –diarios, memorias, ensayos- hacen significativo lo fragmentario. No es tan malo: pone en valor un individualismo, entre otras cosas, el escritor como hombre ante el mundo.

Sí, internet lo cambió todo desde que enviamos por broma nuestro primer email. La crisis global de la prensa es tan lacerante como que en Madrid miles -miles- de periodistas se quedan en la calle. Más preocupante es lo que tiene de crisis de opinión pública, es decir, estrictamente, del interés del público por orientarse con opiniones de valor más que con los articulistas del casticismo chistoso. Hay signos de transformación, apenas intuidos en España: quizá el primer paso es que los periódicos más paquidérmicos se pongan a investigar. Vivimos un tiempo sin grandeza, no sin interés. El realismo exige la valentía que cifró Cernuda: no echar de menos un destino más fácil.

 
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