Calles y plazas a etarras

Uno de los signos más evidentes de la impunidad, del miedo y de la enfermedad moral que asola desde hace tiempo a gran parte de la sociedad vasca es que en varias localidades del País Vasco y de Navarra se hayan dedicado a lo largo de estos años diversas calles o plazas a terroristas de ETA, con lo que eso supone de ofensa a las víctimas del terrorismo.

Por eso hay que celebrar como una magnífica noticia el que la Abogacía del Estado haya informado favorablemente respecto a la necesidad de que el Ayuntamiento de Hernani –gobernado en la actualidad por una Alcaldesa de ANV gracias a la vista gorda que en su momento hizo Zapatero- retire el nombre de una parque de la localidad dedicado al etarra y vecino del pueblo, José Manuel Ariztimuño, alias “Pana”, autor, entre otros crímenes, del asesinato el 10 de enero de 1980 en Vitoria del Comandante de Caballería y Jefe del Cuerpo de Miñones de la Diputación Foral de Álava, Jesús Velasco Zuazola.

Una hija de este militar asesinado, Ana, ha sido la impulsora principal de esta denuncia, que ha hecho extensible a todas aquellas localidades del País Vasco y Navarra donde a lo largo de los últimos treinta años, fruto de la cobardía, del miedo y de la vileza moral, algunos Ayuntamientos han dedicado plazas o calles a etarras, como si se tratara de héroes o algo por el estilo.

Del caso de Ariztimuño me alegro muy especialmente por la familia del militar asesinado. Su viuda, Ana María Vidal Abarca, ha sido una de las personas que, en medio del profundo dolor y desgarro que le supuso que le arrebataran de una forma tan cruel como vil la vida de su esposo, mas ha luchado y trabajado por el reconocimiento y la dignidad de las víctimas del terrorismo. Hace ya años fue la principal promotora y Presidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo y posteriormente también presidió la Fundación Víctimas del Terrorismo. Ha dedicado muchas horas y esfuerzo a las víctimas y ya se ve que el ejemplo ha cundido en su casa, porque su hija Ana también es una auténtica luchadora.

El caso del parque de Hernani no es el único que hay que resolver. No puede tolerarse que en ningún rincón del País Vasco o de Navarra, los terroristas sean recordados o reconocidos públicamente como héroes, porque no lo han sido ni lo podrán ser nunca. Han sido simplemente unos asesinos que han sembrado el dolor y han destrozado muchas familias de seres completamente inocentes.

Las tres reivindicaciones fundamentales de las víctimas del terrorismo están resumidas en otras tantas palabras: Memoria, Dignidad y Justicia. Por eso han luchado las víctimas y en ese empeño cuentan con el apoyo y la solidaridad de la inmensa mayoría de españoles. Esa memoria, esa dignidad y esa justicia son absolutamente incompatibles con el más mínimo reconocimiento o ensalzamiento público de los asesinos de sus seres queridos. Por eso, bienvenido sea la retirada del nombre de un etarra a un parque de Hernani y esperemos que dentro de muy poco tiempo no quede ninguna plaza, calle o parque dedicada a unos mal nacidos que tanto dolor y miseria han provocado en los últimos cuarenta años.  

 
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