Ciegos, sordos, mudos y… tontos

Tres hechos acaecidos en los últimos días, relacionados todos ellos con derechos fundamentales reconocidos en la Constitución, ponen de manifiesto que no son buenos los tiempos que corren para la salud de nuestra aún joven democracia.   Me refiero, en primer lugar, a ese pacto alcanzado por el PSOE con todos los grupos parlamentarios del Congreso, excepto el PP, para bloquear cualquier iniciativa parlamentaria de los populares que tenga que ver con el atentado del 11-M. El segundo hecho preocupante lo protagonizó el Colegio de Periodistas de Cataluña cuando hace unos días hizo público una nota en la que tenía la desfachatez de pedir a tres medios de comunicación –la COPE, El Mundo y Libertad Digital- que dejaran de informar como lo estaban haciendo, también sobre el 11-M. Y el tercero es las “recomendaciones” hechas por el Delegado del Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón, a la Asociación Víctimas del Terrorismo, con el único objetivo de poner trabas a la manifestación que la AVT ha convocado para el próximo 1 de octubre en la capital hispalense bajo el lema, “Rendición, en mi nombre no”.   La imagen proyectada la pasada semana por el portavoz socialista Diego López Garrido cogido de la manita con los portavoces de otros cinco grupos parlamentarios –IU, CIU, PNV, Coalición Canaria y grupo mixto- resultaba lisa y llanamente patética. ¿Cómo se puede llegar a un pacto para que no se discuta, no se hable, no se investigue, en el Congreso, sobre el mayor atentado terrorista cometido en España? El ridículo hecho por los citados portavoces adquirió tintes de esperpento y máximo ridículo, cuando al día siguiente de esa foto de la mordaza, el diario El Mundo publicaba la noticia de la censura y el cambiazo, por parte de los responsables del Cuerpo Nacional de Policía, del informe enviado al juez del Olmo sobre la posible participación de ETA en el atentado del 11-M.   Igual de patético resultaba el posicionamiento del Colegio de Periodistas de Cataluña, dando lecciones, a diestro y siniestro, de ética periodística, de cómo se debe de dar la información sobre el 11-M, y criticando abiertamente a tres medios de comunicación. ¿Qué sucede en Cataluña? ¿Están todos afectados por un virus que parece haber sido inoculado por Maragall, Montilla y Carod Rovira? Porque algunos comportamientos que se proyectan desde los poderes públicos catalanes o desde algunos sectores de la sociedad catalana, se pueden calificar de cualquier manera, menos de democráticos. El último, además del citado posicionamiento de ese Colegio de Periodistas, el “numerito” que le montaron a la escritora Elvira Lindo por pronunciar el pregón de las fiestas de la Merced en castellano.   Lo del Delegado del Gobierno en Andalucía, poniendo todo tipo de trabas a la manifestación que la AVT ha convocado para el próximo domingo en Sevilla, es propio de alguien muy sectario y con una mentalidad totalitaria. El derecho de manifestación está recogido en la Constitución, y si al señor Delegado del Gobierno le molesta que en Sevilla, los ciudadanos que así lo quieran se manifiesten contra la política de claudicación y cesión al chantaje de ETA que está llevando a cabo Zapatero, tiene dos posibilidades: o aguantarse, o ese día, que además es domingo, no levantarse de la cama.   Pero lo que no es de recibo es el “celo antidemocrático” mostrado por este señor para poner todo tipo de trabas a la manifestación de las víctimas del terrorismo. Sería muy de agradecer que una décima parte de ese “celo” lo aplicase su gobierno para impedir que un día si y otro también, el brazo político de una banda terrorista, ilegalizada precisamente por serlo, campe a sus anchas por las calles del País Vasco. Pero ya se sabe: para los necios, los cobardes y los acomplejados, como el Delegado del Gobierno en Andalucía, es más fácil y más cómodo ser fuerte con los débiles y débil con los fuertes.

 
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