Complicado futuro para los cubanos

Raúl Castro  tuvo tres años para comenzar a recomponer la Cuba que destruyeron 47 de voluntarismo del poder absoluto.  En varias ocasiones evidenció consciencia de la crisis multifacética y el imperativo de ejecutar cambios económicos profundos y cierta apertura a las opiniones y la  creatividad individual.  Sin embargo, por razones difíciles de precisar con certeza,  se quedó en medidas superficiales o dispersas,  y el posicionamiento en los cargos directivos de personas afines. 

La cruda realidad se revela a las promesas y el hostigamiento. La debacle económica  debido al inmovilismo y la tozudez, se despeña vertiginosamente por el pánico a permitir negocios individuales, pequeñas y medianas empresas, porque desemboquen  en presiones de los cubanos independizados del Estado para tener derechos políticos y civiles. Al parecer la máxima dirigencia del país está entrampada también en la incertidumbre sobre la lealtad de los altos cargos y los demás escalones hasta la base. Ha perdido el caudal político y crecen las expresiones críticas, incluso de quienes hasta hace poco mostraban incondicionalidad, pero que conscientes de la crisis, no quieren compartir las culpas y procuran soluciones. Ni el extraordinariamente  inoperante y menguado embargo del quinto socio comercial norteamericano y primer exportador de alimentos a la isla, ni los efectos de la crisis económica mundial, ni los tres ciclones del 2008 han sido los causantes, aunque si agudizan los problemas acumulados y carentes de planes integrales.     

El círculo vicioso se amplia: para exportar hay que producir; para producir los trabajadores tienen que motivarse, en primera instancia por la retribución salarial.  Los artículos alimenticios constituyen el 80,0% de las importaciones, mientras el intercambio comercial descendió 36,0% en los primeros 9 meses de 2009, y los escasos productos cubanos tienen bajos precios en el mercado mundial. 

2009 ha transcurrido con limitaciones para el consumo de energía eléctrica.  En los meses finales de año las restricciones y apagones podrían ser mayores.  El transporte  disminuye más, y las ofertas en las tiendas decaen aceleradamente, incluidas las de venta en divisas.  Desde el gobierno se fomenta la idea de que se eliminarán los pocos productos que quedan en el racionamiento y los comedores de centros de trabajo, sin que existan opciones sustitutivas adecuadas. En general, los cubanos evidencian deterioro constante del magullado nivel de vida. 

Se congelan  las cuentas bancarias y no se paga a los suministradores extranjeros.  Las  subvenciones de Venezuela ya no compensan la incapacidad del sistema,  y las muchas visitas a “amigos”  han permitido resolver la inmediatez, pero nadie está dispuesto a tirar en un pozo sin fondo.  La mina petrolera en las profundidades marinas debe esperar a que sean rentables las explotaciones.  

El Presidente se empeñó en limpiar la imagen hacia el exterior, maltrecha desde Marzo de 2003.   Ha seguido la “Escuela de Fidel” para  encandilar a la comunidad internacional con las incógnitas sobre los cambios, ayudado eficientemente por el gobierno de España ambicioso de jugar un papel influyente con el supuesto equipo heredero, para su frustración, rápidamente defenestrado, que propiciaría la prevalencia de las empresas ibéricas en las obras de reconstrucción, y eventualmente en la privatización de sectores promisorios como el turístico.   Los latinoamericanos se lanzaron hacia La Habana, unos empujados por las dádivas de Hugo Chávez y otros considerando preferible interactuar desde la integración y las relaciones bilaterales.    

Indudablemente, el General aplica una represión menos llamativa, con detenciones intimidatorias de horas o días, juicios por presunción de delito común para bajar la cantidad de presos políticos, cuya existencia niega, y  basada en fuertes inversiones para  medios de inteligencia y persecución.  El respeto a los derechos humanos, la liberación de los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos, y  la democratización son menciones incómodas,  soportadas para recompensar a los visitantes que se doblegan a no escuchar opiniones distintas de las gubernamentales.  

En Cuba se supera  el Período Especial Veinteañero, mutante en un Período Especial de la Fase Terminal.  Raúl Castro, como Presidente, determina la miseria material y espiritual de un pueblo burlado. Crece la convicción ciudadana de que el  desenlace podría ser permitir la amplia participación para reconstruir y desarrollar,  o la represión brutal con nefastas consecuencias para todos los cubanos.   

 
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