Confinamiento horario

Hay cambios en la nueva programación de Radio Nacional que no comprendo. En concreto, hay uno que no comprendo y además me molesta. ¿Tenemos libro de reclamaciones? Empieza el mes de septiembre con Esto me suena desplazado a una hora en que ni siquiera el gallo se ha desperezado aún: de cinco a seis de la mañana. Hasta ahora, y durante las tres últimas temporadas, venía emitiéndose entre las tres y las cuatro de la tarde, una franja que no es precisamente prime time en las ondas. De hecho, casi puede considerarse de relleno, porque quien no está con la televisión está con la siesta, o con ambas a la vez, que es lo más frecuente.

Me molesta ese cambio a una hora tan intempestiva por la sencilla razón de que Esto me suena se había convertido en mi programa favorito. Hace cuatro meses le dediqué un artículo aquí, titulado Comer con la radio. Hoy ya no podría. Tirando hacia atrás en las manducas, ni siquiera le cuadraría un optimista Desayunar con la radio. ¿Tan temprano? O entre sueños o siendo monje de clausura. Aparte, esto ya no tendría el encanto de lo minoritario que señalaba entonces, pues muchísima gente se toma el muesli para el tránsito mientras sintoniza una emisora. Entre las cinco y las seis de la madrugada, solo se me ocurre titular ese artículo puesto al día Zahorar con la radio, que es lo que haría un crápula de los que salen un domingo o entre semana —el programa se emite de lunes a viernes—, cuando llega a casa a deshora y picotea lo primero que encuentra en el frigorífico para filtrar un poco el alcohol antes de meterse a la cama. Ciudadano García acompañando el resopón.

No comprendo ese cambio porque, ya se ha dicho, la emisión era en una franja discretita y, aparte, no había contenidos «molestos» para los que deciden las programaciones. Políticamente, Esto me suena ha sido blanco, al menos desde que lo conozco. Y si ha habido recochineos ocasionales, concretamente en la sección «El ambientador», los recuerdo con miembros de distintos partidos. Por lo demás, ha predominado siempre la atención al hombre de la calle, y en su faceta más insólitamente humana. El programa empieza todos los días con la llamada de una persona feliz, que expone su motivo. Luego ya vienen noticias curiosas, entrevistas, intervenciones del oyente en «Veintinueve segundos y medio», peticiones musicales y esas divagaciones en apariencia gaznápiras entre García y Sergio Martín, gozos del humor ocurrente y sin ínfulas. Que a veces han tirado —tampoco tanto— por los derroteros de lo escatológico en plena hora de la comida o la sobremesa…, santo y bueno. Era parte de la gracia.

En su lugar, de lunes a viernes y de tres a cuatro de la tarde, en Radio Nacional han puesto Los clásicos. Mis respetos al equipo y mis deseos de buena andanza. Se trata de un espacio musical que cuenta entre sus secciones con una que han denominado «Esto me suena muchísimo». ¿Homenaje al antecesor que viene a sustituirse? ¿Casualidad improbable, dada la coincidencia exacta de la formulación, adverbio final aparte? ¿Cachondeo hiriente, aunque no premeditado, para los fieles de Ciudadano García y sus compañeros? Tanta consonancia me tiene sonado en el sentido boxístico. En fin. Como no soy monje de clausura ni crápula en exceso —los dos extremos en la escala de la virtud que son los que quizá puedan escuchar Esto me suena en directo tras su confinamiento horario—, tiraré de podcasts a partir de ahora. Cuando coma con la radio, de tres a cuatro seguiré escuchando mi programa de siempre, aunque las voces de quienes lo presentan suenen algo más somnolientas al anunciar, tras la sintonía de inicio, esa llamada puntual e insoslayable de una persona feliz.

 
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