Diagnóstico preciso

Tardé en comprender aquello que llamaban en clase de Física (¿o era en clase de Poética?) el movimiento uniformemente acelerado. Ahora no es que lo tenga mucho más claro, pero se parece a lo que viene sucediendo en los últimos meses con la economía, pero al revés. El movimiento uniformemente desacelerado.

Si hacemos inventario de todos los análisis que se han publicado nos sorprenderíamos de lo mal que van las cosas. Pero la sensación general todavía no ha tomado cuerpo social.

Parece claro, tras la lectura de casi todo lo que se ha publicado, que lo que el Gobierno llama desaceleración y los periodistas calificamos como crisis (que es más corto para los titulares) nos lleva a una tasa de crecimiento próxima a la mitad que el año pasado cuando acabe este año.

Es obvio que con ese magro crecimiento el empleo no aumenta e ineluctablemente las listas del INEM se ampliarán.

El presidente del Gobierno hará referencia obligada a la situación en su discurso de investidura de hoy mismo. Y, si nos atenemos a lo que aseguran los portavoces oficiales y oficiosos, planteará una serie de medidas de reactivación que unos centran en las infraestructuras y otros, además, en la rehabilitación de los centros de las ciudades. Según esto, no nos pasa otra cosa que una desaceleración en el sector de la construcción de viviendas y lo sustituimos por construcción de infraestructuras y rehabilitación de viviendas. Más de lo mismo. ¿Y aquello del cambio de modelo de crecimiento que ya fue señuelo político de la primera legislatura de Zapatero- Solbes?

Algunos sindicalistas hablan todavía de que los excedentes de la construcción sean reabsorbidos por otros sectores, especialmente la industria. A base de voluntarismo, sin duda, porque transferir los parados de la construcción a industrias necesariamente nuevas, porque las tradicionales también tienen excedentes laborales, no se consigue con un cursillo de dos semanas y mucho menos en dos tardes, como los cursos de economía parda de Jordi Sevilla. Y eso, con una población laboral anclada al territorio por la hipoteca.

Rodríguez Zapatero y Solbes por detrás, tienen hoy la palabra. Encontrar soluciones a una situación compleja y uniformemente desacelerada, pasa, en primer lugar, por reconocer que las cosas son como son. Y eso, para los políticos, no siempre es fácil si no tienen definido previamente un culpable al que cargarle el muerto.

 
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