Domine el fútbol en un artículo

Dominar la técnica del fútbol es sencillo. Dos son los elementos fundamentales de la práctica de este deporte: los pies y el balón. Los pies sirven para zancadillear salvajemente al rival, mientras el balón constituye el objeto más importante del terreno de juego, después del silbato del árbitro. El balón es fácil de distinguir porque rueda por todo el campo, y difícil de coger, porque rueda por todo el campo. La forma más sencilla de hacerse con el balón es atraparlo con las manos pero, por razones que se me escapan, eso enfurece a todo el mundo. Si lo hace, el más enfadado de todos será el árbitro, que sacará de su bolsillo una tarjeta roja y se la mostrará con diligencia. En lenguaje futbolístico, eso significa que usted se va a duchar antes que los demás, pero no estoy seguro de que sea un premio.

Lo más complicado de la práctica del fútbol es la defensa. Los entrenadores pueden decidir si desean defender en zona o al hombre. La defensa en zona es más cómoda para todos. Para el defensor, porque no debe perseguir al atacante por todo el campo, y para el atacante porque sabe por dónde pasar hacia la portería sin molestar al defensa. Además la defensa en zona provoca largos parones de actividad durante el partido, que los deportistas de élite pueden aprovechar para fumarse un cigarrillo o beberse una cerveza, que es lo que hacen cada media hora cuando están fuera del campo.

En el fútbol la mejor defensa no es un buen ataque. Usted mismo puede comprobarlo. Si sale corriendo con el balón como una bala contra la portería contraria, comprobará que antes de llegar al borde del área le quitarán la pelota y en un rápido contraataque le marcarán gol. Si lo vuelve a intentar, le marcarán otro gol. Y si lo intenta una tercera vez, le marcarán un gol más, y además le sentarán en el banquillo por idiota, recibiendo el abrazo agradecido de los rivales en el momento del cambio.

En el fútbol el mejor ataque es un buen ataque. Algunos entrenadores –los mismos que compran sus corbatas en tiendas de espaguetis- creen que atacar consiste en pasarse el balón horizontalmente alrededor del área rival. Eso no es atacar, sino ganar al contrario por aburrimiento, que es triunfo muy poco meritorio. El auténtico atacante busca verticalmente la meta rival y golpea el balón desde casi cualquier posición, procurando dirigir el zapatazo hacia la portería contraria y no hacia la propia. Si lo dirige hacia la propia y entra, también se considera gol, pero por razones que de nuevo se me escapan, nadie se acercará a felicitarle. Al menos, nadie de su equipo.

El gol es la salsa del fútbol. Un partido sin goles es un tostón. Si quiere dar espectáculo, encárguese de que haya goles, aunque sean en su propia portería. Al menos eso enojará terriblemente al público. Y si lo hace repetidas veces, verá a todo un estadio invadir el campo y linchar a un jugador. Le adelanto que es un espectáculo impresionante. Lástima que usted no vaya a poder disfrutarlo.

Hay mil formas de marcar un gol. Mi preferida es con una lata de Aquarius en la mano, sentado en la segunda fila del banquillo, y cantando a viva voz el “ponerle un poco más de huevos”. Pero si realmente usted necesita intervenir en la jugada para sentirse partícipe del gol de su equipo, o para conseguir que su ficha sea digna de mención en el próximo anuario de la Liga, sitúese cerca del área, o incluso dentro de ella. Esto le permitirá marcar el gol de remate, que es el gol más cómodo de todos, puesto que la carrera, la brega, y la habilidad técnica, no tendrá que ponerla usted sino uno de sus compañeros. Su única misión es pasear tranquilamente por el área y esperar a que la pelota le rebote en la cabeza y atraviese la línea de meta. Si quiere asegurarse el gol, mi consejo es que cuando vea el balón dirigirse hacia el área pequeña, haga todo lo posible por despejarlo por encima de la portería. Le garantizo el éxito. O al menos, la aparición en todos los telediarios de la noche.

En el fútbol, más importante que cualquier aspecto deportivo, es el protocolo y las costumbres. Eso implica que usted tendrá que tocar un trozo de campo al saltar y santiguarse trescientas veces, a la pata coja, y agarrándose al tiempo una oreja, darle la mano al colegiado y a los tipos de los banderines, y echar el balón fuera cuando haya un rival desangrándose en el campo. Por lo demás, el fútbol es un invento de un grupo de jóvenes extraordinariamente ricos para salir de juerga cada fin de semana en una ciudad diferente sin demasiado cargo de conciencia. Aproveche los córners para concretar sus citas posteriores y déjese guiar siempre por los veteranos de cada campo. Y cámbiese las botas antes de entrar en la discoteca. Aunque no lo crea, en algunas tiendas venden zapatos sin tacos, sin cordones, y sin colores fosforitos.

Dicen Siro López, José Damián, Carrasco y los que saben de esto, que en el fútbol es muy importante la posesión. Creo que eso explica por qué los Beckham amasan una fortuna de 183 millones de euros, cuentan con mansiones en Inglaterra, España y Estados Unidos, y una flota de coches que incluye dos Bentleys, un BMW 645, un Range Rover Sport, tres Harley-Davidson y un Lamborghini Gallardo. Junto a la posesión, también es importante el dominio de los tiempos. Por eso casi todos los campos tienen un gran panel con la hora y el resultado. Desde hace algunos años, esta pantalla retransmite también el partido en directo. Esto supone un avance definitivo, porque era muy injusto que los jugadores titulares del Madrid y del Barcelona tuvieran que perderse cada temporada el partido del año, por culpa de estar en el campo corriendo detrás de un estúpido trozo de cuero.

Itxu Díaz es periodista y escritor. Desde el 21 de marzo está a la venta su libro «Yo maté a un gurú de Internet». Sígalo en Twitter en @itxudiaz

 
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