Hipocresía y aborto

En España se practica el aborto libre desde que en 1982 fuera aprobada la actual Ley. Quizá en los primeros años los que se dedicaban a estos menesteres tuvieron ciertas cautelas pero con el paso del tiempo, tras comprobar que no existía ni el más mínimo control sobre sus actividades fueron creciendo y afianzando sus lucrativos negocios.

Las Administraciones Públicas no solo no vigilaban sino que ignoraban las denuncias que presentaban las organizaciones pro vida que también eran archivadas en los Jugados sin ser investigadas. Es evidente que el objetivo era evitar la polémica social o la disquisición moral acerca del aborto. La Ley, sobre el papel, reconocía los derechos del no nacido y consideraba delito el aborto salvo en los tres famosos supuestos. Sin embargo, su intención verdadera era contentar a todos, permitir el aborto pero a la vez arropar moralmente a los que oponiéndose en conciencia no eran capaces de defender sus convicciones en el ámbito público.                                                                                                                                                                                             

Esa es la razón de que, aun sabiendo lo que ocurría, las autoridades nunca hayan actuado hasta ahora ni contra los facultativos ni contra las clínicas que impunemente practicaban abortos ilegales cobrándolos en efectivo y al contado. Tuvo que escandalizarse Europa para que aquí ya no pudiésemos seguir disimulando. Se planteaban pues dos caminos, o establecer las medidas de control necesarias para que la Ley se cumpliese con rigor o simplemente se cumpliese, o por el contrario había que modificarla para “dar cobertura legal” a los que viven de practicar abortos.

El Gobierno se ha puesto a la tarea. Su objetivo es que los doctores Morín y demás puedan seguir desempeñando su “actividad profesional” tranquilamente, sin la amenaza de ser denunciados o de que sus clínicas sean cerradas, aunque muy probablemente ya no podrán cometer infanticidios y los procedimientos burocráticos serán más estrictos.

Se da la paradoja de que aquellos que están a favor del aborto y que están dispuestos a aprobar una ley de plazos que niega a los no nacidos su condición de vida humana, es posible que les vayan a dotar de una mayor protección que la que han tenido durante los últimos 25 años en los que todos miraban para otro lado.

Las leyes están para ser cumplidas, sino se convierten en una farsa, en una coartada o en un espejismo. Cuando no se coge el toro por los cuernos, no se defiende los principios en los que se cree, se actúa desde los complejos o la inseguridad o se da la batalla por perdida sin librarla siquiera, además de la coherencia se pierde la credibilidad y la confianza no solo de los demás, sino de uno mismo. Por eso, en el momento en que se tiene el poder y la oportunidad es una obligación trabajar para mejorar la sociedad de acuerdo con los valores que se representan, sin miedo a las etiquetas. Se debe trabajar para hacer leyes mejores y para que se cumplan porque sino vienen otros y lo hacen ellos pero a su manera.

 
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