Homenaje en París al antiguo cónsul Bernardo Rolland

Hace unos cinco años, Alain de Toledo descubrió mientras revisaba los papeles de su familia, que la persona que había librado a su padre de una muerte segura se llamaba Bernardo Rolland, y no ha cejado hasta obtener que se le rindiera un merecido homenaje en el Consulado desde donde denunció la actuación de los nazis y protegió cuanto pudo a los sefarditas.

El padre de Alain de Toledo, Nissim de Toledo, se había instalado en Francia, procedente de Turquía, en 1930. Tenía la nacionalidad española desde que Primo de Rivera acordó en 1924 la ciudadanía plena a todos los protegidos españoles, con la condición de que realizaran los trámites administrativos ante los consulados.

No era el caso de su hermano Menahem, que no había cumplimentado todos los papeles y su estatus era de simple “protegido” y, por tanto, un apátrida para los nazis. La suerte quiso que cuando la policía francesa fue a detenerle no se encontrara en casa, pero a cambio se llevaron a su hermano Nissim, sin importarles que fuera español, y lo internaron en el campo de Compiègne.

El 14 de marzo de 1942, tres meses después de haber sido internado y trece días antes de que los nazis organizaran en Compiègne el primer convoy de deportados, Nissim de Toledo pudo salir del campo “gracias a la entrega y la eficacia” del cónsul de España en París Bernando Rolland.

Como recordó durante el acto de homenaje Carlos Cardereda Soler, hoy cónsul en París, “Rolland sabía que estaba extralimitándose y tenía también muy claro los riesgos que ello suponía”, tanto para su carrera como para su integridad física. En su intento de proteger a los sefarditas, logró que salieran numerosos judíos de Compiègne y de Drancy extendiendo certificados de nacionalidad española a quienes en circunstancias normales no habrían tenido derecho.

A Bernardo Rolland poco le importaba el malestar de su embajador, ni del Ministerio, ni la irritación de las autoridades de la Ocupación. En él, “la obediencia no fue jamás ciega ni sorda” señaló Cardereda. Le costó el puesto, y fue enviado a España sin poder finalizar un último convoy. Pero su sucesor tomó el relevó y el 10 de agosto de 1943 Nissim de Toledo pudo viajar a España.

Alain de Toledo está “muy reconocido” a Bernardo Rolland porque, además de a su padre, salvó la vida a otras cinco personas de su familia. Ahora busca los testimonios de quienes hayan obtenido la ayuda del antiguo cónsul o que conozcan su acción durante la guerra con el fin de transmitirlos al Yad Vashem y poder obtener que le entreguen la Medalla de los Justos.

 
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