Ibarretxe y López en el banquillo

La brutal crisis económica que padecemos lo llena todo, también, como es lógico, los espacios informativos en los diferentes medios de comunicación, lo que provoca que noticias que en otras circunstancias tendrían una relevancia importante, apenas aguanten veinticuatro horas en el escaparate mediático.

Esto es exactamente lo que ha sucedido con el anuncio de que a partir del 8 de enero comenzará en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco el juicio contra el lehendakari Ibarretxe y contra el secretario general del PSE, Patxi López, por haber mantenido reuniones públicas con la ilegalizada Batasuna.

Independientemente de lo que dictamine el citado Tribunal, está muy bien que la justicia haya conseguido sentar en el banquillo a dos dirigentes políticos –uno, el lehendakari, que es el máximo representante del Estado en la Comunidad Autónoma Vasca y, otro, el líder vasco del partido que gobierna en España- que han tenido la desfachatez y la inmoralidad de reunirse con representantes de una formación que ha sido ilegalizada por el Tribunal Supremo por formar parte del entramado de ETA.

En el caso de Ibarretxe no es de extrañar esta conducta, porque tanto él como su partido, el PNV, siempre se han encontrado más cómodos hablando con el mundo de ETA que con algunos partidos democráticos del País Vasco, como puede ser el caso del PP.

A priori, en su día, resultó más sorprendente la reunión que tanto Patxi López como Rodolfo Ares –también encausado- mantuvieron en un céntrico hotel de San Sebastián con una delegación de Batasuna encabezada por Arnaldo Otegui. Una reunión que se llevó a cabo como parte del mal llamado “proceso de paz” en el que se empeñó Zapatero durante la pasada legislatura y que provocó que a las puertas del hotel donde tuvo lugar, Pilar Ruiz, la madre de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA en el 2001, clamara contra los dirigentes del PSE, llamándoles “traidores”.

Si aquella reunión del PSE con Batasuna fue una auténtica vergüenza, casi peor han sido las manifestaciones de Patxi López tras conocer la fecha de inicio del juicio. El líder del socialismo vasco ha dicho que aquello fue un intento noble para conseguir la paz y que se dieran las mismas circunstancias volveria a hacerlo. Es decir, una ausencia total de autocrítica y de reconocimiento de una conducta que en su momento supuso una auténtica afrenta a las víctimas del terrorismo por parte del partido, reitero, que gobierna en España.

Está muy bien que la justicia haya sentado en el banquillo a estos dirigentes políticos. Y eso que tanto el Presidente del Tribunal Superior del País Vasco como algunos de los magistrados que se han encargado de instruir la causa han tenido que soportar unas presiones intolerables en un Estado de Derecho en el que se supone que debería darse la separación de poderes.

Pero el mensaje que se ha mandado a la sociedad es muy positivo: aquí nadie está al margen de la ley. Si un responsable político se reúne con un partido declarado ilegal por formar parte de un entramado terrorista, eso no puede salir gratis, aunque sólo sea en términos de opinión pública. Habrá que esperar a como acaba el juicio que por otra parte coincidirá con el inicio de la pre-campaña de las elecciones vasca que tendrán lugar en la primavera del año que viene. 

 
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