Jiménez Losantos, Wyoming y el periodismo basura

Estoy cansado de guerras personalistas entre periodistas y comunicadores (hay que diferenciar ambas categorías). No creo que sea útil para la profesión que los ‘colegas’ nos pisemos la manguera de la forma en la que algunos lo están haciendo. Todo lo contrario: nos estamos cargando la credibilidad de los medios y dinamitando esa calificación de que la prensa es el cuarto poder del Estado: estamos siendo el ‘hazmerreír’ de muchos.

La batalla (publica) abierta en los últimos días entre cuatro comunicadores debería servir como ejemplo de lo que nunca debe enseñarse en las facultades de periodismo. Me estoy refiriendo al combate a los puntos, dos a dos, que vienen manteniendo, por un lado, Federico Jiménez Losantos e Ignacio Villa y, por otro, Herman Terscht y Wyoming. Acusaciones mutuas, enganchones, palabras groseras, descalificaciones, ‘e-ge-emes’, vídeos retocados, agresiones…

No, compañeros. Los platós de televisión y los estudios de radio no deben ser gallinero, ni patio de colegio, donde la gresca y la discordia sean la tónica. Es cierto que los empresarios son libres de hacer con sus cabeceras o marcas lo que les venga en gana, pero vosotros estáis pervirtiendo la profesión con vuestras frivolidades y excesos innecesarios.

¿Se imaginan que una revista de medicina recogiera las acusaciones de un doctor contra un colega por haber hecho un mal trabajo? ¿O que en la publicación oficial del colegio de arquitectos un aparejador arremetiera contra un compañero por cualquier razón?

El prestigio de una empresa periodística (incluyo en esta categoría a los diarios, las radios, las televisiones y, por supuesto, las cabeceras de Internet) depende de sus informaciones: seriedad, rigor, fiabilidad y solvencia son las claves. La descalificación, el ‘barriojerismo’ y el sensacionalismo sólo generan amigos y detractores a partes iguales.

Porque, queridos colegas, parece que el periodismo de investigación se ha olvidado. O que la búsqueda de la exclusiva se ha perdido. Estamos fabricando una masa ingente de correligionarios que acuden a nuestra cabecera, emisora o cadena en busca del sermón diario. Quieren su dosis de intoxicación y de desvirtuación del rival, con la que alimentar su ideología y reforzar sus convicciones.

Algo estamos haciendo mal los periodistas, si nos enzarzamos en batallas personales y puñaladas traperas. Los profesionales debemos limitarnos a hacer nuestro trabajo: contar noticias lo más imparcialmente que se pueda o nos le permita. Sólo así conseguiremos la excelencia y dejaremos a un lado, por fin, la mediocridad en la que nos estamos instalando.

 
Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato