Leer por libre

Me gusta sumergirme, de tarde en tarde, en la prosa de algún filósofo. Incluso cuando escriben sandeces –cosa que algunos hacen con asombrosa frecuencia-, los filósofos saben cómo hacerlo con arte. Tienen una capacidad especial para hacer rodar las palabras alrededor de algún concepto inmaterial de forma mágica y relajante. Hipnotizante. Las palabras de los buenos pensadores siempre evocan un anochecer de verano en una playa desierta. Y no hay nada más mágico y relajante. No es que todos los filósofos sepan escribir, ni que todos tengan razón, pero sus hábitos reflexivos suelen desembocar en una escritura circular, ovalada a ratos, con tendencia a mostrar nuevas dimensiones al lector. Por eso, el fondo y la dirección de sus textos no siempre son lo más importante. En ocasiones, es suficiente con que sus palabras nos muestren el inicio de la senda de la belleza, o nos inviten a golpear nuestra cabeza contra alguno de los mil muros que el hombre ha levantado delante de la verdad.

Mi última incursión en este terreno literario ha sido sorprendente y satisfactoria. "Leer por libre" no es, ni mucho menos, una obra puramente filosófica. A pesar de ser un conjunto de reseñas literarias, tampoco es exactamente un libro de libros. Me explico: leer por libre es un buen hábito. Tal vez el mejor hábito de lectura. Y "Leer por libre" es un viaje por lo más profundo del pensamiento de un lector apasionado y sincero. Que es apasionado se descubre en las primeras líneas de la introducción. Que es sincero se sabe en las primeras reseñas literarias, por llamar de alguna forma a este viaje. Su autor, Agapito Maestre, es de sobra conocido como Catedrático de Filosofía, como columnista, como escritor y como tertuliano. Al hablar de este libro es especialmente importante señalar a su autor, y a su biografía, porque "Leer por libre" es un trozo de sí mismo. O, al menos, de su actividad intelectual, en el sentido más cultural y menos biológico de la expresión.

"Leer por libre" es además un libro que invita a leer y a no leer. Su autor, en cada reseña, nos hace partícipes de su propia vivencia y de su propio criterio, acercándonos a la frontera del nuestro, para soltar allí la mano del lector. Leer o no leer, es ya una cuestión personal, una decisión individual. Lo importante es que en el trayecto hasta esa frontera son muchas las cosas que habremos ganado, muchos los apuntes que habremos podido introducir en nuestra mochila. Cada vez estoy más seguro de que en la formación cultural e intelectual no importa tanto el peso de lo que hayamos adquirido, ni muchas de las metas alcanzadas, sino la precisión y la valentía de las preguntas que nos hayamos hecho en el trayecto.

Este libro demuestra que la crítica literaria es mucho más interesante y divertida cuando pretende no ser crítica literaria, sino crítica libre. Aunque Agapito Maestre ya había firmado una obra parecida, "El placer de la lectura", no encuentro ningún título mejor que "Leer por libre" para definir su peculiar estilo de acercarse y acercarnos a esta forma de lectura, más profunda, más crítica, más libre. En las primeras páginas de esta obra encuentro una cita de Antonio Machado que lo explica mucho mejor: "A nosotros no os importe pensar lo que habéis leído ochenta veces y oído quinientas, porque no es lo mismo pensar que haber leído". También el propio Agapito Maestre lo matiza en las primeras páginas: "Para conllevar esa crisis aquí les ofrezco este ensayo para melancólicos y amantes de la literatura, la filosofía y la historia. O sea, de la Política con mayúscula. Ensayo, desde esta introducción, una manera de acercarse a la lectura. ¿Lectura? Sí, sí, leer es una obra de arte al alcance de cualquier alfabetizado". Poco después, añade: "Leer quizá no sea otra cosa que desarrollar el prodigio de la conciencia libre. Leer por libre. Por alcanzar otra sabiduría".

"Leer por libre", que se lee, por cierto, a gran velocidad, es también una ventana a más de medio centenar de libros que van desde la narrativa hasta la historia, pasando por ensayos, memorias y textos filosóficos. Una puerta abierta a un universo de conocimiento, con criterio propio. Un criterio que podrá agradar o no al lector, porque precisamente en eso consiste leer por libre. En acercarse a la lectura sin dejarse esclavizar por grandes teorías y eslóganes, pautas innecesarias, formales, que a veces no son más que estúpidas modas. Acercarse a los libros de otra forma, con otro gesto, con otras intenciones. Y llegar a otra sabiduría. Llegar, claro, para quedarse una temporada. Y releer por libre.

 
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