Llamar intelectual a un guerrillero de las FARC es un despropósito

Hoy en día llaman intelectual a cualquier cosa, o mejor dicho, a cualquierra. Sin ir más lejos, estos últimos días, hablando del relevo en la cúpula de la guerrilla colombiana tras la muerte de Marulanda, han sido numerosos los medios franceses, prensa, radio y televisión, que han descrito a sus sucesores como una “generación de intelectuales” que asume la cabeza de las FARC.

Tal desatino no podía pasar por alto a los creadores del Comité de Apoyo a Ingrid Betancourt, una de las  víctimas de la susodicha guerrilla. Inmediatamente han emitido  un comunicado condenando este tratamiento de intelectuales y mostrando su “sopresa e incomprensión ante el empleo repetido de este término”.

Para Hervé Marro, portavoz del Comité, el hecho de que algunos guerrilleros hayan realizado estudios no hace de ellos unos intelectuales, “como tampoco todo el que pasa por la universidad y estudia antropología se convierte en un Claude Lévi-Strauss”, comenta en referencia al nuevo jefe de las FARC, Alonso Cano, que tiene estudios de derecho y antropología.

Consideran que en las circunstancias actuales, y vista la situación de las personas que mantienen secuestradas, llamar “intelectuales” a los guerrilleros de las FARC es todo un despropósito.

Otra cosa es que sean los interlocutores ineludibles para intentar poner fin al calvario que han impuesto a tantos, incluída Ingrid Betancourt que lleva prisionera 2290 interminables días.

 
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