Loquillo & Losantos

En una ocasión, Carmen Rigalt, en una entrevista en El Mundo, le preguntó a Antonio Herrero a qué dedicaba su tiempo libre los fines de semana. Antonio respondió sin dudarlo: “Pensando en el lunes, preparando los programas de la semana siguiente...”. Y la periodista, sorprendida por la entrega al trabajo de su entrevistado, exclamó: “No puedo creerlo. Es usted un monstruito”. Y entonces, Antonio Herrero, que solía llegar a los sitios mucho antes que los demás, le espetó: “¿Qué quiere que le diga? ¿Lo que hago o lo que cree usted que debo hacer?”.

Como algunos sabrán, el pasado 13 de diciembre tuvo lugar la presentación del libro “La ciudad que fue. Barcelona, años 70”, de Federico Jiménez Losantos. La presentación se acompañó de un vídeo en el que participaron personajes que, por una u otra razón, no pudieron acudir al acto, como Vidal Quadras, Francisco Caja, Albert Rivera o Arcadi Espada. Todos ellos aportaron su punto de vista sobre el libro y sobre la evolución social de Barcelona en los últimos treinta o cuarenta años.

El último de los participantes en el vídeo no dejó indiferente a los presentes: Loquillo. Todo un símbolo en la historia del rock nacional. Su aparición sorprendió de manera especial porque su orientación política no es sospechosa de estar muy cercana a los planteamientos actuales del presentador de La Mañana de la COPE. Algunos de sus seguidores han considerado “una ofensa” y “una traición” –en palabras textuales recibidas en mi correo electrónico- la intervención de Loquillo en el vídeo de presentación de “La ciudad que fue”. Las palabras de Loquillo, por cierto, estuvieron cargadas de coherencia y acompañadas de cierta nostalgia hacia “la ciudad que fue”: “la Barcelona actual, una ciudad que, como sabéis, se ha convertido en un parque temático..., pues hablo de una Barcelona que refleja el libro de Jiménez Losantos, que es una Barcelona vanguardista, una Barcelona a la que, toda la gente de todos los puntos de España y de países latinoamericanos, venía para estar más cerca de la libertad, más cerca de Europa”.

Al margen de la cuestión política -pues a mí no me cabe ninguna duda de que el nacionalismo está acabando con Barcelona, con Cataluña y acabará con lo que se ponga por delante-, me sorprende la actitud de determinados seguidores del artista. Los mismos que siempre han ensalzado a Loquillo mientras utilizaba su libertad para escupir en los medios de comunicación cosas mucho más disparatadas, que yo respeto gustosamente –porque Loquillo no es un frívolo, ni un tonto - pero no comparto en absoluto, pretenden censurarlo ahora por el simple hecho de haber dicho algo que no les gusta. O, al menos, por haberlo hecho en la presentación del libro de alguien al que no tragan. Porque ese es el problema. Releyendo los mails que hemos recibido en Popes80.com al respecto –algunos de ellos aplauden con entusiasmo a Loquillo por su actitud-, me doy cuenta de que buena parte de sus fans están de acuerdo con lo que dice Loquillo sobre Barcelona, pero el odio irracional hacia Federico Jiménez Losantos, fomentado desde la mayoría de los medios, les impide reconocerlo. En esta mezcla extraña y desoladora de nuestros días, en los que parece que la discusión política es una pachanga de fútbol con ganadores y perdedores, es más grande el odio que la verdad. No sé cómo hemos llegado a esto, pero es evidente que es un camino equivocado. Lo importante es la verdad, no quién la diga, ni dónde la diga.

No seré yo quien sentencie si hay que estar de acuerdo o no con los planteamientos de Jiménez Losantos. Eso es decisión de cada uno. Pero sí es sorprendente lo desfigurada que aparece su imagen en los medios, y en calle, entre los que no son sus oyentes. Muchos desconocen que, por ejemplo, el único comunicador que ha dedicado, en unos de sus últimos programas, casi dos horas de radio a apoyar al consumidor en su batalla con la SGAE, apoyando a la plataforma “Todos contra el canon”, es Federico Jiménez Losantos. Muchos desconocen que en “La ciudad que fue” no se descubre al “fundamentalista” que algunos quieren pitarnos, sino a un personaje de profundas convicciones, combativo –por naturaleza- y empeñado en su juventud en defender la libertad para la justicia, o la justicia para la libertad. Con o sin acierto, claro está.

Loquillo, probablemente consciente de todo esto, y siendo un tipo sin demasiados prejuicios ni complejos, ha dicho en el vídeo lo que piensa y, en este caso, no le ha importado coincidir con el autor de “La ciudad que fue”. Lo ha dicho, además, donde le ha parecido conveniente. Antonio Herrero, si estuviera en el lugar de Loquillo, les preguntaría ahora a sus nuevos detractores: “¿Qué quieren que les diga? ¿Lo que pienso o lo que ustedes creen que debo pensar?”.

 
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