Mamá Bardem

Ha dicho Pilar Bardem esta semana que los jóvenes artistas deben “mojarse” en la denuncia social. Y lo ha dicho en la presentación del I Festival Internacional de Cortometrajes AcTÚa, un proyecto de Intermón Oxfam para respaldar la campaña “Armas Bajo Control”.   Al margen de las metáforas húmedas, muy propias en el verano, mamá Bardem ha pedido a los jóvenes creadores lo mismo que ha inculcado a sus hijos durante toda su vida. La veterana actriz quiso concretar también que para ella el cine “debe ser siempre un arma de agitación masiva para transmitir los pensamientos e inquietudes del ser humano”.   En esta ocasión, hace muy bien en animar a los autores y actores noveles a encaminar su trabajo hacia una preocupación social y, en general, a sentir que sus creaciones influirán en su audiencia, cosa de la que deben ser conscientes. Esta última parte, no la insinuó Bardem, pero la añado yo. Conscientes y responsables, para mayor concreción. Digo que hace bien en decirlo –y más en un acto de Intermón Oxfam-, pero con algunos matices.   Porque estas declaraciones de mamá Bardem serían más necesarias en otro lugar del mundo. En España los actores y autores aprenden a “mojarse” bastante antes de aprender a actuar, a escribir, o a componer. De ahí nacen muchos de nuestros males. De esa preocupación tan excesiva por aleccionar a la audiencia surge el discutible interés que despierta, por ejemplo, el cine español entre los espectadores españoles. Y no digamos ya entre los espectadores chinos o guatemaltecos.   Y es que a veces uno no va al cine sólo para que le den clases de moralidad imprecisa, de sexualidad obsesiva, de ética dudosa o de política. Sí, de esa política. A veces uno quiere ver films amables, algo vacíos de adoctrinamientos, respetuosos con todas las formas de pensar, las ideologías y las creencias. A veces, incluso, uno desea ir al cine en familia, con lo que eso conlleva. O acudir a reírse con el humor inteligente de una buena película, no con gracietas ñoñas de guardería y mensaje. Y al margen de lo que sueñe mamá Bardem en su mundo, encontrar un producto español adecuado a esas demandas, en España, es una tarea difícil. O imposible.   Quizá por eso, aunque Pilar Bardem hace bien en pedir a los jóvenes talentos que se “mojen”, sería aconsejable que animase antes a estos chicos a mejorar en otros de los aspectos citados, que tal vez requieren una atención más urgente por parte de la industria de las artes.   Pero es inútil sugerírselo, porque en la vida el ejemplo camina de la mano de la palabra. Y no puede uno llenarse la boca a pedir cosas nobles a los jóvenes, mientras se regalan rosas y besos a los innobles. Hay cosas que no pueden ser. Cuando la militancia ideológica pesa tanto que es capaz de aplastar los valores personales, se pierde hasta la autoridad. Y cuando uno pierde la autoridad, quizá, lo mejor, es mojarse y hasta sumergirse en el silencio.

 
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