Miedo a la maternidad

Antaño las mujeres tenían su primer hijo pocos años después de haber alcanzado la mayoría de edad. Hoy es cada vez más frecuente que la mujer tenga su primer hijo pasado los treinta años. Son numerosas las causas que explican el retraso de la maternidad, pero desde luego sí que la podemos apreciar en la incorporación de la mujer al trabajo profesional.

En muchas ocasiones la mujer que ha elegido trabajar fuera de casa, entra en una dinámica que le impide darse cuenta de lo que de verdad ansía. Ser madre. Quizá influida por el miedo a ser despedida, o quizá por el temor a no alcanzar un alto puesto de responsabilidad en la empresa. Pero la realidad es que llegado el momento en que se propone tener un hijo, porque cree que ya se ha realizado profesionalmente, o porque se encuentra con la madurez suficiente para traer un niño al mundo, y piensa que el hijo así planificado es más deseado. Entonces tal vez ya sea demasiado tarde. No todo lo que se planea sale adelante. La dificultad de la mujer para quedarse en estado de buena esperanza a partir de cierta edad crece en elevados porcentajes. Como consecuencia, en España las familias sin hijos representan el 21% de los hogares. Y la tasa de natalidad es de 1,2 hijos por mujer. Si a este descenso de de nacimientos le añadimos el incremento de ancianos, dará como resultado un futuro en el que no habrá suficientes jóvenes para mantener la economía, ya que los gastos de las jubilaciones serán superiores a los ingresos generados.

Sin duda se necesitan medidas que apoyen la maternidad y la conciliación de la vida familiar y profesional. Facilitar a las mujeres tener y cuidar de sus hijos, sin que ello perjudique ni a sus familias –principal misión- ni a sus carreras laborales, es una de las principales tareas que tiene que afrontar la sociedad. Recientemente la Comisión de Derechos de la Mujer del Parlamento Europeo ha planteado ampliar como mínimo a veinte semanas la baja por maternidad en toda la Unión Europea. Actualmente en España es de dieciséis semanas. La madre deberá disfrutar de ese derecho que no sólo le pertenece a ella sino también a su hijo que sin duda alguna necesita.

El mito de pensar que la mujer se realiza en el trabajo profesional es falso. Es en la maternidad donde se realiza en plenitud y descubre la verdadera esencia de su feminidad. Y este descubrimiento implica la experiencia de darse por completo, una auténtica donación de sí misma que se entrega libre y personalmente porque sabe que es lo que de verdad le hace feliz.

Viene a mi memoria aquel ingenioso anuncio publicitario que se hizo para festejar el día de la madre. Una mujer quería reincorporarse al mundo laboral cuando sus hijos ya habían crecido. Dado que no tenía recientes referencias profesionales su hijo decidió visitar al empresario. Allí ensalzó uno por uno los valores inigualables que poseía su madre: tenía unas ojeras que no ocultaba pues eran producto del amor, la llamaba y siempre estaba, ella era un genio, y por eso quería agradecer a su padre el haberla elegido. Admirado, el empresario no duda en contratarla.

 
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