Moraleda I, el pelota

Nos acabamos de enterar de que nuestro Presidente del Gobierno es “ambidiestro” ya que gobierna la economía con la mano derecha y hace política social con la izquierda. También hemos sabido que Zapatero, en el súmmum de la generosidad y del desprendimiento, aceptaría de buen grado dejar de ser Presidente si ése fuera el precio de la paz. Y como corolario, apunten esta: “el talante –el de Zapatero, naturalmente- es el verdadero motor del cambio de esta sociedad, porque detrás del talante está la confianza. Y la confianza que inspira el Presidente es el motor del cambio”. ¿Quién da más?   El autor de estas “perlas” no es otro que el actual Secretario Estado de Comunicación, el sindicalista agrario Fernando Moraleda, al que a partir de ahora se le conocerá como “Moraleda I, el pelota”. Después de aquello que dijo Emilio Butragueño de su jefe: “Florentino es un ser superior”, no se recordaba un caso igual de “pelota”.   Quizás no le pongan cara a este personaje, porque lleva poco tiempo en la Moncloa. Últimamente sale mucho en televisión, y se le nota en exceso que se gusta a sí mismo. Es decir, que está convencido de que lo hace muy bien y está encantado de haberse conocido. Cuando se pone delante de los micrófonos, con trajes estilo Cortefiel, engola la voz, sube los hombros y dice melonadas, como hace pocos días, del tenor de que los de Batasuna van por el buen camino. Moraleda es la voz de Zapatero. Se le nota en exceso: es tremendamente simple y normalmente se limita a subrayar obviedades. Pero el muchacho está encantado de haberse conocido y, ¡oiga!, no le vamos a quitar la ilusión de disfrutar de las mieles del poder.   Al pelota, se le nota enseguida. Síntomas del pelota suelen ser los siguientes: cuando está con extraños se refiere a su jefe por el nombre de pila; sin embargo, cuando despacha con él, no hace más que dirigirse a él por el cargo: Que sí Presidente para arriba que sí Ministro para abajo; el pelota deja caer en conversaciones informales, como quien no quiere la cosa, dos o tres datos que dejen claro a sus interlocutores que goza de la total confianza y de la amistad de su jefe. Por ejemplo, si en verano su “señorito” le invita a pasar unos días juntos con sus respectivas familias, eso no tarda mucho tiempo en saberse. No digamos nada si el plan incluye un paseo en barco por alta mar... El pelota también suele practicar algún deporte con su jefe: últimamente es el golf, pero también puede ser el tenis o el padel. En este punto, el “pelota” Moraleda lo tiene complicado, porque que se sepa, Zapatero sólo juega a baloncesto y después de la lesión que sufrió el último verano, no se sabe si volverá a saltar a una cancha de basket.   En sus declaraciones en El Mundo, el “pelota” Moraleda cometió un error que, conociendo las claves de pasado que maneja su “señorito”, le puede costar muy caro. Y es que resulta que lo de “ambidiestro”: “gobierna la economía con la mano derecha y hace política social con la izquierda” es algo que ya decía hace muchos años José Solís Ruiz, ministro de Trabajo con Franco, conocido como “la sonrisa del Régimen”. También dijo un día Solís aquello de “menos latín y más deporte”, que seguro que molestaría menos a Zapatero.   En fin, que lo peor que le puede pasar a un jefe es tener al lado una cohorte de pelotas. Son insoportables. Pero la vida enseña que al final, los pelotas suelen caer en desgracia y son expulsados del círculo de influencias por el propio jefe. ¿Se acuerdan ustedes del destino final del alumno pelota que todos hemos tenido en nuestra clase? Por eso, el único consejo que se me ocurre darle al actual Secretario de Estado de Comunicación, es el siguiente: “Moraleda, pelota, toma buena nota”.

 
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