París “sufre” una bulimia circense de cara a las navidades

París padece una bulimia circence. Una decena de espectáculos trufan las calles de la capital francesa, ofreciendo al público, que acude en masa, una vuelta a los números tradicionales, y dejando de lado el “nouveaux cirque”. Las técnicas son las de siempre, pero renovadas con las aportaciones de coreógrafos y directores de escena.

La familia Bouglione, instalada desde 2004 en el centenario edificio del Circo de Invierno, acoge a Ingo Stiebner y sus leones de mar, con los que realiza ejercicios de equilibrio y hasta llega a bailar un tanto con uno de ellos. También figura en el programa la actuación del duo Yingling, las contorsionistas del Imperio celeste, que encandilan con sus figuras mientras sostienen en equilibrio sombrillas o platos; y la del payaso Fumagalli, que arranca las carcajadas del público con sus diálogos burlescos.

El Circo Nacional Gruss, izado, como siempre, entre los árboles del Bois de Boulogne, triunfa con sus números ecuestres. Y, para no perder una vieja costumbre, el 24 de diciembre, al terminar el espectáculo, a la noche, tendrá lugar la Misa de gallo bajo la carpa.

En el Circo Phénix, el equilibrista Oleg Izossimov repetirá, como viene haciendo desde hace 15 años, y siempre con el mismo éxito, su número de quilibrio; y los cosacos rusos ejecutarán sus acrobacias a rienda suelta sobre el lomo de sus caballos.

Sin embargo, el que se lleva la palma en cuanto a animales salvajes es el Circo Pinder, con 16 leones y tigres frente a un sólo hombre, Frédéric Edlestein.

 
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