Sean Penn comió con un hijo de Fidel Castro

La ceremonia de entrega de los Premios Oscar de la Academia de Cine de Estados Unidos, por supuesto que resulta imposible verla en la televisión ni escucharla por la radio de Cuba. Confieso que también me complacen esas noticias, por tanto sintonicé Radio Exterior de España que la transmitió en directo, con el interés añadido para los españoles de la nominación de Penélope Cruz como mejor actriz de reparto. 

Recordaban que el año pasado el formidable Javier Bardem ganó la estatuilla al mejor actor de reparto. Pronto estalló la alegría de Pe, apreciada por nosotros, al igual que el genial Pedro Almodovar. Mi mente vagó hasta Fresa y Chocolate de Titón, que abrió el camino a la tolerancia de géneros en Cuba, y al gran reconocimiento internacional de nuestra cinematografía. El periódico Granma el 24 de febrero dedicó un pequeño espacio a la actriz española y mencionó que Slumdog Millionaire sobre Bombay, India, fue la mejor película y el británico Danny Bolye, su director también resultó laureado.

Por su parte, el Noticiero de la televisión dedicó un amplio espacio a Sean Penn, que recibió el galardón al mejor actor principal. En realidad, las actuaciones del Sr. Penn son formidables. Pero lo más resaltado en ese politizado medio cubano fue la posición crítica del artista al Presidente Bush y la guerra de Iraq, y su relación con Hugo Chávez. Concuerdo plenamente con él en cuanto a las dos primeras opiniones y la tercera la dejo a los venezolanos. Pero lo que sí resultaba evidente, y por supuesto no mencionado en nuestra TV, es que en Estados Unidos se vive en democracia y se respeta el derecho de los ciudadanos a criticar hasta al mandatario.

Lamentablemente, nunca nos enteramos por los medios cubanos que Sean Penn visitó La Habana en noviembre de 2008, acompañado de dos destacados compatriotas, entre ellos el talentoso, controversial y famoso periodista Christopher Hitchons. En esa ocasión, se encontraron en el Restaurante La Castellana con un grupo de artistas y músicos de la Brigada Martha Machado, encabezada por el pintor Kcho, para contribuir a mitigar el drama humano ocasionado por los tres huracanes que azotaron Cuba en la segunda mitad del pasado año. Allí también estuvo el Dr. Antonio Castro Soto del Valle, hijo de Fidel Castro. Deben haber intercambiado experiencias muy emotivas, pues el actor había compartido con los damnificados del huracán Katrina en New Orleans.

En su sitio de Internet, el actor adelantó el reportaje que publicó en un periódico norteamericano sobre la conversación de unas siete horas con el Presidente Raúl Castro, quien le concedió la primera y quizás única entrevista desde su ascenso el 24 de febrero de ese año. Afortunadamente, puedo guardar entre escritos preciados el texto, que contiene opiniones e informaciones importantes sobre las relaciones entre los militares de nuestros dos países y los criterios del mandatario cubano sobre eventuales contactos con el hoy ya Presidente Barack Obama.

En ese artículo recuerda que en el informe de Human Rights Watch 2007 se señala que “Cuba continúa siendo el país en América Latina que reprime casi todas la formas de disidencia política y que hay cerca de 200 presos políticos, 4% aproximadamente por delitos de oposición no violenta.” Podemos aclarar que en realidad el porciento no es acertado, pues de las 75 personas arrestadas durante la gran represión de Marzo de 2003, cuyas detenciones fueron consideradas arbitrarias por el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU, y declaradas prisioneros de conciencia por Amnistía Internacional, ambos en junio de 2003, aún quedan 54 en las cárceles. También evocó acertadamente las violaciones a los derechos humanos cometidas en la cercana prisión norteamericana de Guantánamo.

Muy interesantes resultan las siguientes reflexiones del Sr. Penn en su artículo:

“Dicho esto (lo antes mencionado), soy un orgulloso norteamericano e infinitamente consciente de que si yo fuera un ciudadano cubano y escribiera un artículo como este sobre la dirigencia cubana, podría ser llevado a prisión. Más aún, estoy orgulloso de que el sistema diseñado por los padres fundadores, aunque no exactamente intacto hoy, nunca dependió de un solo líder por época. Estos asuntos se mantienen en cuestión para los héroes románticos de Cuba y Venezuela. Pensé mencionar esto, y quizás debí hacerlo, pero tengo otras cosas en mente… (Se refiere al curso de la entrevista).

Tenemos la expectativa de que los intercambios sostenidos por el Sr. Penn en La Habana contribuyan a avanzar en la normalización de las relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, lo que coadyuvaría a un relajamiento de la tensión interna al despojar del pretexto de la agresión enemiga para reprimir. Aspiramos a que en nuestro país podamos también enorgullecernos porque se respetan las diferencias, no sólo de sexo como hoy se proclama oficialmente, sino también de opinión, porque indudablemente de la confrontación de ideas salen las mejores soluciones, el progreso y el bienestar para toda la sociedad.

 
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