A Pilar Manjón

Estimada Pilar: Estoy seguro de que estos días previos al primer aniversario del brutal atentado terrorista del 11-M le tienen que estar resultando muy duros. El ir recordando día a día, hora a hora, minuto a minuto, los instantes previos a aquella fatídica mañana en la que perdió la vida su hijo Daniel, tiene que ser demoledor. Por eso cuenta, al igual que el resto de los familiares de las 191 víctimas restantes, con todo mi apoyo, afecto y solidaridad.

Usted sabe que los españoles llevamos sufriendo mucho tiempo con el terrorismo. Desde hace cuarenta años, la banda terrorista ETA ha ido golpeando sin piedad en el País Vasco y en el resto de España, hasta acumular un total de 817 víctimas mortales y miles de personas heridas. Militares, guardias civiles, policías nacionales, ertzainas, políticos de la UCD, AP, PP y PSOE, jueces, empresarios, periodistas, ciudadanos sin ninguna adscripción política y social relevante e incluso niños integran la macabra lista de los criminales de ETA.

Las víctimas de esos 817 asesinatos nos han dado a lo largo de estos años un ejemplo de dignidad moral, de saber estar, de no tomarse la justicia por su mano, de llorar a sus muertos, muchas veces en medio de una gran soledad y desamparo por parte de las Instituciones y de la sociedad en general. Las víctimas nos han dado mucho más de lo que ellas han recibido. Ese ejemplo nos ha hecho a todos ser un poquito mejores, ha cohesionado sin duda a la sociedad española. Esa ha sido y tiene que seguir siendo la gran lección de las víctimas.

A pesar del sufrimiento causado en tantas personas, nunca, ninguna de las víctimas ha cometido el tremendo e inmoral error de acusar al Presidente del Gobierno de turno de ser el responsable de esos asesinatos. No lo hizo Ana María Vidal Abarca -persona a la que usted conoce y que preside actualmente la Fundación Víctimas del Terrorismo- con Adolfo Suarez, cuando ETA asesinó a su marido, Jesús Velasco, en Vitoria. No lo hizo Mapi Heras con Felipe González, cuando ETA asesinó a su esposo, Fernando Múgica, en pleno centro de San Sebastián. Tampoco lo hicieron los padres de Gregorio Ordoñez con González , cuando el joven político del PP fue asesinado por la banda terrorista mientras comía en un bar de la parte vieja de la capital guipuzcoana. No lo hicieron los padres o la hermana de Miguel Angel Blanco con José María Aznar, cuando ETA asesinó a "cámara lenta" al joven concejal del PP de Ermua, tras tenerle cuarenta y ocho horas secuestrado. Son sólo unos ejemplos de ese comportamiento ejemplar de las víctimas del terrorismo.

Sin embargo, usted si ha acusado al ex -Presidente Aznar de ser el culpable del asesinato de su hijo y del resto de víctimas del 11-M. Lo hizo a las puertas del Congreso de los Diputados, el día en que Aznar compareció ante la comisión de investigación del 11-M. Y lo volvió a hacer días más tarde cuando usted misma compareció ante esa comisión. Ahí se equivocó y cometió una profunda injusticia. No sé si se dejó llevar por el dolor, por el rencor, por su ideología o por una mezcla de las tres cosas. Pero se equivocó profundamente, porque estará de acuerdo conmigo en que los únicos responsables de cualquier atentado son quienes los cometen, nunca las autoridades que no consiguen evitarlos.

Posteriormente he visto que ha seguido protagonizando algunas actuaciones que, créame, no ayudan ni a las víctimas ni a la sociedad en general. Con motivo de este triste primer aniversario del 11-M, se ha empeñado en dictar a las Instituciones lo que deben y no deben de hacer. Ha dicho que le indigna que ese día vayan a repicar todas las campanas de las Iglesias de Madrid. Tampoco ha estado de acuerdo con el funeral que se celebrará ese día en la Almudena, al que no piensa acudir, aunque si lo hará el día anterior a un concierto en el Auditorio Nacional en el que entre otros cantantes intervendrá alguien tan comprometido con las víctimas del terrorismo como "Loquillo"…

Señora Manjón: no pretenda dirigir hasta esos extremos el dolor de las víctimas, de las que desgraciadamente usted forma parte. Las víctimas son de todos, porque los terroristas atacan a todo un pueblo, a toda una sociedad y a ese pueblo, a esa sociedad, hay que reconocerles el derecho de llorar, de acompañar, de estar con sus víctimas. Imite usted el ejemplo de las otras víctimas a las que antes me he referido y aprenderá muchas cosas. No introduzca dosis de ideología, de política, de rencor en su actuación al frente de la Asociación de Víctimas del 11-M. No se deje utilizar por nadie. Si quiere trabajar por las víctimas, hágalo, pero recuerde que no es la primera, aunque esperemos que sea la última que lo hace. En todo caso, le reitero que cuenta con todo el afecto, apoyo y solidaridad ante lo que ya es irreversible: la pérd

 
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