¿Pronóstico fallido?

El pasado 1 de septiembre, coincidiendo con el comienzo de la temporada informativa, pronostiqué, para este curso, la muerte comercial del “revival” del pop español de los 80 que inunda nuestro país en estos últimos años. No se trata de poderes, ni de una bola mágica, ni de cartas astrales. Los circuitos comerciales musicales, lo que se vende ahora y después no, son eso, circuitos. Van, vuelven, suben, bajan, mutan, mueren. Y asistimos, como espectadores, a sus alegres chispazos primero y a la ceremonia su muerte después, sea o no anunciada. A veces, es fácil identificar el olor de la muerte. El preludio.   Mi pronóstico no implicaba la desaparición de los grupos de la Edad de Oro del pop español que siguen –o han vuelto- sonando con fuerza y maestría en estos días. Yo no hablaba de las canciones sino de dinero, de inversión, de atenciones. Me limité a vaticinar los movimientos de una industria, la musical, que se ha convertido, salvo honrosas excepciones, en la más triste analogía del negocio de los restaurantes de comida rápida. Abrir, devorar, tirar. Y cambiar. Por eso, cuando comenzó el aluvión de reediciones de los grandes grupos españoles de los 80, las llamativas campañas de televisión y todo lo demás, algunos recordamos con insistente tozudez que la importancia de los buenos grupos no la marcan las listas de ventas, ni lo que en ellos inviertan las discográficas en un momento determinado. La música buena puede con las fronteras del tiempo, del dinero y de los medios. Esa es la razón por la que he sostenido la necesidad de salvaguardar el legado del pop español de los 80 al margen del protagonismo que le concedan la industria, la audiencia o los medios.   Según mis cálculos, este año, nos tocaba la prueba de fuego: sobrevivir a la muerte comercial de ese “revival”. Aguantar al pie del cañón, defendiendo a decenas de grupos relevantes, cuando las ventas vuelvan a descender, los cachés de las actuaciones bajen más de la cuenta y las reediciones desaparezcan de las tiendas de discos. Tal vez, mi pronóstico, resultó precipitado.   Me he dado cuenta de mi error con la llamada de Nacho García Vega. La mitad de Nacha Pop me contaba entusiasmado todos los detalles de la preparación de un nuevo proyecto musical. La realización de un concierto en el que la orquesta de RTVE acompañará a seis bandas históricas de nuestra música, repasando muchos de los mejores momentos musicales de los años de “la Movida”. “Algo completamente nuevo”, me aseguraba el ex Nacha Pop. “Las canciones de siempre, sí, pero desde un punto de vista irreconocible”. En los ensayos para este concierto -me precisaron más tarde- hasta los propios autores de las canciones se mostraron gratamente sorprendidos con el resultado final.   Después supe que el proyecto estaba avalado por Sony-BMG. Que el concierto, que se celebrará el 30 de septiembre en Madrid –aunque ya no quedarán entradas-, será grabado para su posterior edición en CD-DVD. Que allí estarán Nacha Pop y Mamá juntos de nuevo. Pero también La Frontera, Los Secretos, La Unión, Germán Coppini y Glutamato Ye-Ye. La compañía de la prestigiosa orquesta de RTVE, en esta producción que dirigen Nacho García Vega y Carlos Martos, convertirá musicalmente en eternas muchas canciones que hoy ya son imperecederas en los corazones de miles de seguidores del pop español de siempre.   Este concierto especial, llamado “La edad de oro del pop español”, es sólo una parte de ese movimiento “revival” que por no morir comercialmente ha sabido subirse sutilmente al carro de la actualidad. Por eso ahora podemos ver Ana Torroja compartiendo portada de cualquier revista musical con El Canto del Loco, a Los Ronaldos junto a Pereza y a Los Secretos con La Oreja de Van Gogh. Los tiempos están cambiando, tenía razón Loquillo y sus Trogloditas.   Musicalmente atravesamos un momento dorado. Olvídense de lo que suena en la radio o en la televisión y entenderán por qué cambio ahora mi pronóstico levemente derrotista por este otro: estamos plantando la semilla de una nueva Edad de Oro de la música española. Con Amaral, Los Secretos, El Canto del Loco, Nacha Pop, Fito & Fitipaldis, Deluxe, Burning, Pereza, Quique González, Los Ronaldos y Bunbury, por ejemplo, presidiendo un cartel que hoy es ya tan extenso que no podría citarlo entero en este artículo. Varias generaciones de músicos contagiándose entre sí lo mejor que llevan dentro. Y nosotros, críticos espectadores, contemplando la fiesta en primera fila. Créanme que hablaremos de todo esto dentro de algunos años.

 
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