Regalen música con responsabilidad

Llega la Navidad. Las calles de toda España se van cubriendo lentamente de brillos de colores y de algunos comercios brotan ya melodías navideñas y villancicos tradicionales. Las calefacciones funcionan a todo gas y las aburridas bolsas de los supermercados se disfrazan con dibujos rojos y verdes y palabras de felicitación navideña. Los más prevenidos llevan semanas enviando todo tipo de postales y algunos hasta han comprado ya los regalos de la noche de Reyes. En Navidad, la música ocupa un papel central. Desde las celebraciones litúrgicas navideñas hasta las fiestas de Año Viejo. La música también es protagonista en la Noche de Reyes y en los auditorios se realizan conciertos especiales en los que suenan todas esas canciones que a lo largo de las culturas del mundo y a través de los siglos han ayudado a los hombres a dibujar el sentimiento navideño.

Pero hay una canción que se repite todos los años. Nuestros queridos Reyes Magos se enfrentan a la difícil tarea de contentar a los hombres del mundo con sus generosos regalos. Para ello suelen acudir a los centros comerciales con las cartas que niños y mayores les han hecho llegar. Esas letras nerviosas, esos borrones de urgencia y esas peticiones especiales a veces casi amenazantes, obligan a Sus Majestades a recorrer tiendas de discos en busca de una enorme cantidad de cedés de autores que para ellos resultan completamente desconocidos.

Nunca habían regalado tanta música como aquel año en que explotó el fenómeno de Operación Triunfo. Craso error de Sus Majestades, que demuestra que entre tanta bondad también puede haber equivocaciones. Los Reyes, en su inocencia, no siempre pueden evaluar aquello que van a regalar. Por eso a veces la muñeca bailarina no baila o el ordenador viene sin teclado. Y por eso con frecuencia cientos de niños del mundo reciben un disco que bien merecería ser utilizado como posavasos o como diana antes que estar girando en el reproductor y atentando contra la dignidad del músico a cada canción. Los Reyes siempre han sido grandes educadores, no sé por qué en lo musical hacen tantas excepciones.

Debemos exigir a los hombres que sean responsables al hacer sus Cartas a los Reyes Magos, pero debemos también exigir a Sus Majestades un mínimo de cordura en sus regalos. Sería particularmente emotivo –muy acorde con el espíritu navideño- que Melchor, Gaspar y Baltasar este año regalasen música en castellano. Y española. Porque hay una invasión de música latina –que aún siendo en castellano su verdadera raíz está a muchas millas de la Península Ibérica-, música ‘mcdonalizada’, de usar y tirar, que estropea nuestra cosecha musical cada año por estas fechas.

Al terminar las fiestas de Navidad, las discográficas hacen sus numeritos y más de un artista minoritario –tal vez con gran talento- se irá a la calle por culpa del mal gusto de algunos adolescentes y por las prisas que siempre acompañan a los Reyes Magos.

Esperemos que este año, nuestros queridos Reyes Magos de Oriente, tengan la bondad de preservar la cultura musical española, la auténtica, la buena. Y que los injertos artificiales, los productos exclusivamente comerciales y los discos de iluminados anarquistas o caza-adolescentes revolucionarios se conviertan en el mejor compañero de almacén de todos esos muñecos feos y deformes que año tras año fracasan en su intento por ser regalados por Navidad.

Queridos Reyes Magos: lean las letras antes de comprar el disco, desconfíen de los discos “anunciados en TV” y de los grandes superventas. Y apuesten por la dignidad y la calidad. Como recompensa duplicaré el aperitivo de licores y pastas que año tras año les preparo frente a la chimenea de mi casa en la mágica madrugada del 6 de enero.

 
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