Regeneración democrática

Querida y admirada diputada: me atrevo a pedirte que no pierdas ni un solo momento, que entres a saco, que aproveches la oportunidad del vacío temporal que te dejan los unos, embebidos en pactos y componendas, y los otros, ensimismados en cambios y reemplazos, y se deje sentir tu presencia desde el primer segundo de apertura del periodo de sesiones. Sé que no hace falta pedírtelo; es más, ya has comenzado a plantear desde el parlamento de la calle la necesidad de que el Parlamento de la nación acometa una reforma de la ley electoral como quicio de la regeneración integral de nuestro sistema democrático. Pero es muy posible que te lleve toda la legislatura la pelea por el cambio en el sistema electoral y que al final de los años no consigas mover suficientes voluntades: ni a los partidos asentados en la alternancia bipartidista ni a los periféricos sobre-representados interesa un cambio en la norma electoral que les perjudicaría muy posiblemente.

El reconocimiento de las dificultades no puede conducir al abandono de las propias posiciones --imposible imaginarte tirando la toalla--, pero sí puede dar paso, tal vez, a una redistribución de prioridades temporales en función de las oportunidades de éxito que brinda cada momento. Porque de esto se trata: de conseguir que lo que iniciaste hace unos meses termine siendo una verdadera historia de éxito al estilo de las que se utilizan como casos de análisis en las escuelas de negocios. Y para eso hay que fijar bien los objetivos, modular los esfuerzos, organizar los recursos y los mensajes y, sobre todo y por encima de todo, no perder nunca, jamás, never, el norte personal. Perderás el norte, disculpa la impertinencia, si asumes que tu electorado procede de votantes desencantados del PSOE en lugar de asumir que ese desencanto es transversal y hermana a ex votantes de diferentes formaciones, movilizados ante la perspectiva de una tercera vía enfocada, primero y antes de nada, en una verdadera regeneración constitucionalista.

Puesto el norte de tu combate político en la re-sustanciación de nuestro sistema democrático para las próximas décadas, se me ocurre que algunos de los primeros triunfos de tu solitaria voz parlamentaria podrían estar en la persecución de determinadas promesas electorales contenidas en los programas del PSOE y del PP y orientadas a dotar de mayor calado a nuestro sistema democrático. Las hay. Por ejemplo, ha prometido el PSOE en su programa una ley que garantice el derecho de acceso a la información pública. Parece una tontería, pero España es uno de los pocos países de nuestro entorno en los que no existe una ley de este tipo, que obliga a las administraciones públicas a ser transparentes y a no negar a sus administrados –sean éstos periodistas o ciudadanos a secas-- cualquier información que éstos les reclamen, siempre que no atente contra la seguridad nacional o contra determinados derechos personales. Es decir, que la libertad de información, eje central sobre el que se construye y sostiene el edificio de las libertades públicas, está en nuestro país algo más coja que en otros. Ataca por ahí, señora diputada, y por las demás piezas que puedas cobrar sin excesivo desgaste. Necesitamos avances, aunque parezcan pequeños. Sólo así se construyen historias de éxitos.

 
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