Retroceso en la asistencia espiritual

La revuelta sanitaria contra la exclusión de la lex artis en los parámetros de actuación obligatoria en la fase final de la vida es un hecho. Esta es la base de las 36 alegaciones que ha presentado la Sociedad Española de Cuidados Paliativos apoyada por la Organización Médica Colegial al “anteproyecto.Pajín de actuación al final de la vida”. Podría uno preguntarse qué tipo de consenso y asesoramiento técnico ha tenido un Ministerio de Sanidad que se encuentra con una crítica muy dura a una norma que parece dirigirse a implantar la sedación contraindicada muchas veces, por cierto , a petición de terceros.

Pero al margen de las críticas que hemos visto sorprende que la norma, que tiene aspiraciones pluralistas y hace alguna mención a la atención espiritual a petición del paciente, “olvide” en el artículo 19 incluir la obligación de las Administraciones sanitarias de facilitar el acceso a esa asistencia al paciente que lo demanda.

Se dirá que hay convenios con las confesiones religiosas , pero puesto que estamos sometidos a la famosa ofensiva laicista conviene incluir la mención. La presencia de capellanes en los hospitales es ciertamente un escándalo para quienes intentan excluir la religión no tanto de la actividad pública sino de todo espacio público. Pero sin ellos el discurso de la asistencia espiritual para quienes lo demanden es puramente vacio y el derecho no se cumple. En una norma que constantemente reitera derechos ya garantizados, aunque a veces elimine garantías como el comportamiento médico respecto a la lex artis, no puede considerarse inocente esta exclusión del deber de las Administraciones. Podríamos pensar que hay excesiva delicadeza hacia los activistas sedadores y muy poca hacia la forma en que la mayoría de la población afronta la muerte. 

 
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