Rubalcaba entrega la calle

Qué tipo de sujeto (y pongan aquí los calificativos más duros que se les ocurran y se quedarán cortos respecto al que censuro) hay que ser para intentar arrebatarle en grupo su perro a un ciego al que se ha acosado contra un portal. A este tipo de sujetos, cuyas acciones son propias de los pandilleros políticos de los años treinta, les ha entregado la calle Rubalcaba. Una vez que no se actuó a las órdenes de la Junta Electoral quedaba claro que el PSOE volvía a la estrategia de la tensión que le dio tan buen resultado, principalmente en Cataluña, durante la oposición al PP; en esos tiempos en que Rodríguez, hoy Zapatero, conjugaba el talante de imagen con el pandillerismo de hecho.

Es sintomático la que se ha montado en Cataluña cuando la ultraizquierda del tripartito ha perdido el poder; ciertamente que en la hazaña ha influido Mas y su absoluta ineficacia en Orden Público.

Creo que olvida, sin embargo, Rubalcaba que el hoy, frente a lo que acontecía en el pasado, es el Ministro del Interior, patético candidato de un partido que por cálculo político está despertando una alarma en la población y en las mismas organizaciones políticas que deben garantizar el apoyo hasta marzo. Se va a presentar ante el electorado con el record de haber perdido totalmente el control de la calle, de nuevo aprendiz de brujo al que se escapan las escobas, y después de situar a Bildu en los ayuntamientos. Va a ser difícil que se recupere de este historial, aún cuando los conspiracionologos piensen que todo lo monta para presentarse como salvador cuando imponga finalmente el “orden”.

Del prisionero, o atrincherado, de la Moncloa poco se puede decir. Su “no me preocupa” mientras era cercada la Cámara autonómica de Cataluña recuerda al “rien” que escribió Luis XVI el día del asalto de la Bastilla. Por mucho que el acoso no toque nunca directamente a los socialistas (menuda sorpresa) un gobierno que no garantiza el orden se hunde a no ser claro que use directamente a los alborotadores para propósitos criminales. Nuevamente sirve el ejemplo de los años treinta para lo uno y para lo otro. Su agonía está siendo ciertamente larga, él que quiere despedirse, en una nueva ironía , extendiendo las sedaciones.

 
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