La Semana: Un debate sobre el estado de la nación con regusto amargo en todos los partidos y una consulta republicana

Pues ya estamos todos en el club. Ya lo dijo Puigcercós, que es la mínima expresión de representación parlamentaria pero que manda un montón. A juzgar por la pretensión de Ibarretxe, que dice que nos tenemos que acostumbrar al silencio, debe de ser el club de los callados. Aquí nadie habla y nadie oye.

Los que sí hablaron al principio de la semana fueron los obispos. Claro y alto. A muchos les sorprendió la dureza de la nota episcopal. Son los ingenuos de siempre que no acaban de enterarse de que no hay una Iglesia a la medida, sea quien sea el Presidente de la Conferencia Episcopal.

Hablando con "aires" religiosos,  Bono se empeña en contarnos lo que haría Jesucristo hoy. Dice el Ministro que no se preocuparía de quién se acuesta con quién. ¡Hombre, señor Bono! una cosa es la misericordia divina y otra querer meter a la Divinidad en "Salsa Rosa".

Y Maragall nos lleva al club del federalismo -de casta le viene al galgo-, y Rodríguez Zapatero sigue haciendo de liebre, y entre los galgos de Cataluña y los podencos del País Vasco nos van a llevar a todos del club al federalismo al club de Carod Rovira y vamos a acabar en el huerto.

Lo del estado de la Nación ha resultado distinto que lo del estado de la Princesa de Asturias. Salvo las sonrisas que el Presidente Rodríguez Zapatero dice haber contemplado en bocas gays, el resto ha sido una tangana fenomenal en la que no se ha hablado de gobierno, ni de administración, ni de empleo, ni de enseñanza, ni de sanidad, ni de economía, ni de nada de lo que se supone que se debe hablar en un Parlamento. Para colmo, el mismo Presidente retaba a la oposición a reunirse para hablar. Decir eso en un debate parlamentario suena a pitorreo.

Por si acaso, el Partido Comunista en Andalucía ya organiza referéndums en los ayuntamientos sobre Monarquía o Republica. De momento, en los antiguos campos de concentración nazis, el Presidente del Gobierno ya se retrata con la bandera republicana.

Claro que en eso de los campos de concentración hay mucho cuento. Los hay hasta que dan conferencias de oído. Esos sí que oyen y hasta hablan a pesar de la prohibición de Ibarretxe.

Almunia avisa de nuestro retraso tecnológico, y nuestros amigos franceses nos regañan por lo de los papeles de los extranjeros que estamos convirtiendo en ciudadanos europeos y por ahí no van a pasar en París.

Simancas, abucheado en Villaverde pero -inasequible al desaliento- traslada el abucheo a los responsables del Ayuntamiento de Madrid. Hay que reconocerle al señor Simancas que tiene ideas brillantes.

 

Una semana protagonizada por los Príncipes de Asturias en una visita a Baleares llena del afecto y del calor de todos los isleños. Las vinculaciones de la Casa Real con Mallorca y el embarazo de la Princesa están haciendo del viaje un gran éxito personal de Don Felipe y Doña Letizia y una buena ocasión para la Monarquía en unos momentos que no están siendo excesivamente fáciles para la Institución.

Y tras el debate del estado de la Nación, la crispación política no sólo no ha descendido sino que ha aumentado considerablemente. No hacía falta que los políticos echaran más leña al fuego pero la han echado. En los cuarteles generales de los grandes partidos nadie ha quedado satisfecho del debate y hay un regusto amargo, incomodidad y sensación de fracaso y de tiempo perdido. Otra semana será.

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