¡Socorro, Sarkozy regresa a casa!

Esta semana, Martin Schulz, presidente del grupo socialista en el Parlamento Europeo, llamó a Nicolas Sarkozy “el omnipresidente”, aunque reconociendo al mismo tiempo que su hiperactivismo ha dado como fruto “un balance que no está nada mal” a lo largo de estos seis meses.

Pero ese “omnipresidente” estresa a todo el mundo. No hay más que preguntar a los embajadores de los 27 países de la Unión Europea, que no han dado abasto atendiendo a todas las delegaciones procedentes de sus propios países para participar en los Consejos Europeos (que se han duplicado), cumbres y reuniones de jefes de Estado, sin contar con los cientos de conferencias, encuentros y coloquios que se han celebrado.

Nicolas Sarkozy había diseñado una presidencia europea, pero la vida le ha dado otra. Casi ha sido para él un regalo, porque le ha permitido dejar constancia de su coraje político y su energía desbordante, y le ha dado la ocasión de ejercitarse en paciencia e ingenio cuando las circunstancias no le acompañaban.

Acariciaba lanzar de forma oficial la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, pero el no de los irlandeses, le dejó con las ganas. En pleno agosto, los rusos desencadenaron una crisis sin precedentes en Europa con la entrada del ejército en Osetia del Sur y Ajacia; y unos días más tarde Sarkozy mediaba para que negociaran un acuerdo. El 15 de septiembre quebró Lehman Brothers como consecuencia de la crisis financiera mundial, y tres semanas después el presidente francés organizaba una batería de reuniones y cumbres con todo tipo de formatos, que culminarían con el famoso G-20 en Washington.

Y todo ello con un ojo puesto en los asuntos internos. No ha dejado pasar una a sus ministros: corrigiéndoles sobre la marcha, desautorizándoles en público o dejando que otros lo hagan por él.

Así, la ministra de Justicia, Rachida Dati, se ha llevado más de un rapapolvo estos últimos meses. Una vez por asistir a una fiesta mundana, la inauguración de la Bienal de Anticuarios, dejándose fotografiar entre la “people” francesa, incluido el hermano del presidente de la República. Otra, cuando, tras la detención abusiva de un periodista,  Dati afirmó que el procedimiento era “completamente regular”. De inmediato Nicolas Sarkozy emitió un comunicado declarando que “comprend(ía) la emoción suscitada”.

A la ministra de Economía, Christine Lagarde, le han enmendado la plana desmintiendo que el gobierno fuera a reformar el impuesto de solidaridad sobre la fortuna, como ella había indicado.

Nicolas Sarkozy regresa a casa con las pilas puestas y de malas pulgas. Sobre todo después de que esta semana haya decidido dejar para más tarde la reforma de la Educación Secundaria visto que las concesiones hechas a los sindicatos de estudiantes no han bastado para debilitar las protestas. Ha debido pensar que una revuelta estudiantil mezclada a las protestas sindicales anunciadas para enero, puede ser un cocktail explosivo difícil de desactivar.

La prioridad a la vuelta de vacaciones será la puesta en marcha del plan de relanzamiento de la economía francesa. El consuelo que puede tener  la titular de Economía es que como para el omnipresidente toda reforma es prioritaria (y tiene toda una ristra pendiente: audiovisual, trabajo dominical, hospitales, sistema penitenciario, programación militar…) no será el único ministro en el punto de mira de Nicolas Sarkozy.

 
Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato