Toda Francia afectada por la fiebre del rugby

Desde el seleccionador, Bernard Laporte, que vende jamón “superior”, hasta el presidente de la República que  se invita a comer con los jugadores en su lugar de entrenamiento.

El Museo Quai Branly ofrece durante estos días la posibilidad de descubrir el rito del tatuaje y de aprender los pasos del haka, la danza ritual del pueblo maroni que el equipo neozelandés, los All Blacks, ofrecen antes de cada partido para impresionar al contrincante.

“Le rugby s’invite dans la cuisine” (El rugby se invita en la cocina) es uno de tantos libros publicados en torno a este deporte. Para realizarlo, los grandes “chefs” de la cocina francesa se han puesto manos a la masa para crear nuevas recetas con los productos de los países que participan en los mundiales.

Los diputados de la UMP han organizado un partido en plena calle sobre el césped de los Campos de Marte, el alcalde de París ha colgado una pantalla gigante en la fachada del ayuntamiento para seguir desde la plaza los 58 partidos, Nelson Mandela, se ha dado una vuelta por la capital francesa para apoyar al equipo Sudafricano.

Nicolas Sarkozy, que al parecer no tenía ni idea de rugby, se ha puesto las pilas empollándose cada semana el Midi Olympique, la publicación por excelencia sobre el deporte del balón ovalado. El resto del gobierno también se ha descubierto una pasión de última hora por el rugby, con una excepción: la ministra del Interior, Michèle Alliot-Marie, que conoce todos los secretos de este deporte. Su padre, Bernard Marie, además de alcalde de Biarritz, fue árbitro de Rugby, el primer francés en pitar en un encuentro del Torneo de Cinco Naciones.

Entre los muchos que sacan tajada publicitaria de los mundiales está el futuro secretario de Estado para el Deporte, que no es otro que el seleccionador, Bernard Laporte, que asumirá su cargo cuando termine el torneo. Aunque también es cierto que pocos perderán tanto como él pues cuando se incorpore al gobierno tendrá que renunciar a proclamar las excelencias del jamón de Madrange que hasta ahora le han permitido embolsarse 200.000 euros. Dicen que si su equipo gana, podría duplicar su cachet publicitario pero él tendrá que conformarse con el sueldo de 12.124 euros brutos al mes de secretario de Estado.

Hasta correos se ha puesto al día emitiendo el primer timbre lenticular francés para esta ocasión. Cuesta tres euros y representa un tiro de penalti que al moverlo pasa entre los postes de la portería.

 
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