Con 2009, la Torre Eiffel vuelve a ser lo que era, y los cacahuetes sustituyen a las ostras

Han sido 184 días, y sobre todo noches, de tortura visual, pero ya quedan sólo unas horas para que desaparezca.

Será la misma sensación que sentí el 1 de enero del año 2001. Ese día apagaron el panel gigante que durante todo el año estuvo recordando que estábamos en el año 2000, y que mil días antes había ido declinando, día a día, que faltaban veinticuatro horas menos para cambiar de milenio. Todavía no he encontrado una respuesta al por qué de esa insistencia en machacar que el tiempo pasa de forma inexorable. Sobre todo porque el panel era un pegote sin gracia que perturbaba la vista de la torre iluminada o de su faro barriendo los tejados de París.

También a partir del 1 de enero comenzarán, una tras otra, las “cérémonies de voeux”, las recepciones que dan ministerios, organismos y empresas para felicitar el nuevo año al personal, a los diputados o a los periodistas.

Este año ha pasado la crisis y van a cambiar algunas cosas. Para felicitar 2008, el primer ministro, François Fillon eligió como marco la Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio, en el Palacio de Trocadero. Entre las bellas maquetas de los más valiosos monumentos de Francia, Fillon felicitó el año, y habló brevemente de sus proyectos, mientras que en las salas anejas, los más avispados fueron dando cuenta del copioso aperitivo, y especialmente de las ostras que habían preparado.

Este año, la crisis ha pasado y Fillon ha pedido a su gobierno que dé una imagen de sobriedad. Adios a las ostras y el champán. Con suerte habrá vino y cacahuetes.

 
Portada
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato