La calle es de la derecha y Lacoste de proletarios

Antiguamente, si querías ligar con una “niña bien” en un pub de -por ejemplo- el Barrio de Salamanca de Madrid, el Lacoste y la gomina eran indispensables. Con este atuendo tenías la mitad del flirteo hecho, el otro 50% ya era trabajo sucio: tener la capacidad de seguir una conversación sobre bolsos durante cerca de media hora. Si pasabas la prueba de fuego, tenías una primera cita-café el domingo a eso de las cinco de la tarde.

Pero las singulares marcas de ropa ya se han estatalilizado como lo harán pronto las fuentes de energía bolivianas. Cuentan que el creador de Tommy Hilgfiger aseguró en una ocasión que si llega a saber que su ropa la iban a vestir negros e hispanos –el contexto es los United- no la hubiera creado. Hoy los “Tommys” van cediendo paso a los malotes que vestían “Rottweiler” en la movida nocturna de los bajos de Argüelles, y cuando parecía que el nuevo icono del pijo potentado de “La Botellita” de Serrano sería Polo Ralph Lauren, a nuestros líderes sindicales se les ocurrió aparecer en la tele con camisas bordadas con el caballito. Todo el glamour saltó por los aires. Llevar el pequeño pony hoy ya no es símbolo de nada. Ahora lo que rompe es enseñar las calzonas por encima del pantalón.

Las marcas se han democratizado y ya no existen clases, se ha impuesto la dictadura de Springfield y va escalando puestos Green Coast, la baratilla de El Corte Inglés. Sólo algunos se atreven con JPG aun a riesgo de que se les asocie con el imaginario homosexual que ha creado para su publicidad Gautier. Tengo un amigo que viste JPG –es hetero- pero nadie se imagina que se ha gastado algo más de veinte mil pelas en esa camisa: eso sí que es alarde de derroche y distinción.

Lacoste ha dejado de significar distinciones de clase y ha conseguido lo que la revolución marxista nunca logró, la marca no distingue ya entre obrero y patrón. Por eso me resulta curioso que en un artículo de la semana pasada de Juan José Millás en El País, el autor resalte que Aznar en la manifestación de la AVT vistiera Lacoste y fuera hecho un pincel, como si el cocodrilo fuera signo de distinción o pijerío.

Pues ya ve, señor Millás, lleva usted razón cuando dice que la calle –al igual que Lacoste- es de todos y no sólo de los artistas de cine. Respecto a la Conferencia Episcopal, no sé qué ve vd. de nuevo en que los obispos o los curas se manifiesten, ¿quién mejor que ellos monta el cirio y pasea procesiones multitudinarias abarrotando las calles con manifestaciones de fe, piedad popular o tradición cultural? Por cierto Millás, ¿estuvo vd. en las movidas contra la guerra? Yo sí y le puedo asegurar que vi a curas y monjas coreando contra el Gobierno por la ocupación de Irak. ¿Dónde está la novedad ahora? ¿No se manifestó alto y claro contra la guerra el líder de los católicos?

Respecto a la marcha del sábado que viene, a la que algunos obispos parece que se suman, es una pena, señor Millás, que personas de izquierdas como vd. no se apunten y que no entiendan como progreso la defensa de la familia y de la infancia. Ya que a los del PP, como bien señala, les ha dado por radicalizarse y agarrar la pancarta, no estaría de más que vd. también se radicalizara. Si se anima no dude en ponerse en contacto conmigo y le puedo prestar, para la ocasión, alguna falsificación de camisa de marca aparente de las que venden en el rastro.

 
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