De obra maestra de los aztecas a reclamo publicitario gracias a Spielberg y su Indiana Jones

Con ocasión de la proyección de la cuarta aventura de Indiana Jones, el Quai Branly, nueva casa del museo de Etnografía, presenta al público el mito venido a menos. El cráneo fue una de las primeras piezas de la colección del museo, ofrecida en 1878 por el explorador Alphonse Pinart.

Durante más de un siglo ha sido admirado como la representación del dios azteca de los muertos. Pero sus propietarios han tenido que aceptar la posibilidad de un fraude, y someterlo a un análisis detallado cuyo resultado, aunque no es todavía oficial, indicaría que se trata de una bella falsificación.

El cráneo de cuarzo, conocido como el cráneo de París mide 11 cm de alto y pesa más de 2,5 kg. Tiene una docena de compañeros, y como todos ellos, apareció en los mercados europeos a finales del siglo XIX. A finales del siglo XX,  el British Museum de Londres, dueño de otro cráneo de cristal, decidió analizarlo y detectaron, gracias al microscopio electrónico, que el cráneo había sido tallado con instrumentos desconocidos por los aztecas. Hasta se han aventurado a fijar la fecha de su creación entre 1867 y 1886, y a identificar a sus autores: artesanos del sur de Alemania.

El museo Branly ha esperado hasta 2007 para ordenar un análisis de su cráneo. Las conclusiones no pueden ser más decepcionantes: es imposible encontrar tal precisión técnica en el arte precolombino. El origen de este escándalo estaría en manos de Eugène Boban, marchante de objetos arqueológicos y buen conocedor de los entresijos de la fabricación de falsas antigüedades. Se presentaba como “anticuario del emperador Maximiliano”, y tenía abiertas dos tiendas de antigüedades, una en Méjico y otra en París. Vendió a Alphonse Pinart su colección, y éste, tras arruinarse, acordó con el Estado francés la donación de todos los objetos a cambio de la financiación de una exploración por América. Si el contenido de la colección es similar al valor del cráneo, la expedición les salió un poco cara.

Hoy, para recuperar algo de los oropeles perdidos, el cráneo de cristal, desposeido de sus orígenes aztecas, es asociado a la última aventura de Indiana Jones. El Quai Branly lo presenta como objeto de fascinación “por el misterio que rodea su creación” y ofrece una especie de gymkana para los más jóvenes que son invitados a participar en el descubrimiento del misterio del cráneo de cristal escondido en el corazón del museo.

 
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